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La entrada al mirador

05:46
24 SEP 2020 - 00:00
La compra de la venganza
Buenas tardes, 
 
Cuando hay una crisis económica, o peor aún, una guerra, los seres humanos repetimos comportamientos, acciones a veces absurdas pero que nos ayudan a pensar que aún mantenemos el control o que conseguiremos salir de esta.  
 
En otras crisis, se ha registrado una subida de la venta de pintalabios rojo, como si las mujeres se maquillaran de un color llamativo para darse alegría o demostrar que todavía tienen ganas de arreglarse, ¡a saber!. Nunca me he pintado los labios de rojo, pero sé que con esto de la mascarilla, eso de la subida de las ventas no se está cumpliendo. Nos maquillamos menos, pero nos gastamos más en cremas que nos protejan de las rojeces y granos que provocan las mascarillas. Por cierto, ya le han puesto nombre a ese problema: maskné.  En el mismo sitio donde te venden el problema, la mascarilla, te venden el antídoto, la crema. Y todo solucionado.
 
Otra consecuencia en las mujeres es que se reduce el tamaño de las faldas. No porque las telas cuesten mucho dinero y querramos ahorrar, sino por el mismo motivo que los labios rojos, es una muestra de alegría y las modas se adaptan a eso. Me imagino a las mujeres de esta crisis con la mascarilla puesta, pero mirando desafiantes con las faldas cortas y los labios pintados, aunque no se vean.
 
Hoy he leído un reportaje que habla de la compra por venganza. ¿Cómo se explica que suban las ventas de productos de lujo cuando tenemos miedo a una recesión económica? 
Supongo que en realidad algunos productos de lujo son asumibles para nuestra economía y nos demuestran que aún tenemos el control sobre algo y que nos merecemos un capricho de vez en cuando. 
 
No estamos saliendo a comer fuera, pero en el supermercado sube la venta de productos gourmet por aquello de “porque yo lo valgo”. Abren una tienda de Hermés y la cola da la vuelta a la manzana aunque los bolsos cuesten 2 mil euros. Y es que a lo mejor no nos compramos el bolso, pero nos llevamos un pañuelo de 200 euros, nos lo ponemos al cuello y pensamos, ¡que le den al virus!  
 
Si lo piensan, seguro que durante el confinamiento o después han comprado algo caro que en otros momentos no se hubieran permitido: un pañuelo, unos pendientes, un adorno exclusivo para el salón o el arreglo para hacer arroz con bogavante en casa… Somos animales de costumbre, incluso para estas cosas absurdas. Y no me digan que no es una buena excusa para empezar el mirador escuchando a Marilyn que decía aquello de que “los diamantes son los mejores amigos de una chica”.
 
MARTA FERRERO

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