El tenista murciano se enfrenta este sábado al británico Daniel Evans (18 horas, Movistar) en la tercera ronda del torneo neoyorquino
GREGORIO LEÓN. Nueva York
Truman Capote dejó escrito que Nueva York es como vivir dentro de una bombilla eléctrica. Y Carlos Alcaraz tiene una conexión íntima con esta ciudad, desde que se coronó como número 1 del mundo, hace un año. La línea 7 es la que conduce a Flushing Meadows, polo de atención tenística mundial. El distrito más grande de Nueva York, el multicultural Queens mira a un Grand Slam que tiene un sabor especial.
En el metro es fácil encontrarse con aficionados del murciano, que al reconocer al acento del periodista español, le preguntan por él, admirados. Todos admiran a la joya de El Palmar, y esperan que pueda repetir el éxito del año pasado. El público estadounidense reconoce la carrera profesional inigualable de Djokovic, pero prefieren a Carlitos, por su juventud, simpatía y espontaneidad.
Para que vuelva a cumplirse el sueño de Carlos Alcaraz aún queda mucho. Este sábado deberá prestar toda su atención ante Daniel Evans, al que conoce de sobra. Los antecedentes son positivos, con dos victorias, una en Viena y otra más cercana, en las semifinales del Godó. El tenista murciano ha ido creciendo en su juego. Antes de llegar a Nueva York se había dejado un set en siete partidos consecutivos. Pero en el US Open está exhibiendo fortaleza.
El partido se va a jugar en turno matinal, a las doce de la mañana hora de Estados Unidos, y no por la noche, donde se concentran los partidos más atractivos. Da igual, la Arthur Ashe se va a llenar de aficionados, seducidos por el murciano. Una pista cargada de decibelios, donde el silencio es imposible, donde nadie es capaz de contener las emociones. Una atmósfera cargada de electricidad, como siempre imaginó a su ciudad Truman Capote.
