El club cartagenero le ofreció contrato, si salía de ElPozo, que lo había sancionado y le había quitado la capitanía.
GREGORIO LEÓN
Antonio Mínguez ha sido un hombre de muchas astucias, que ha sabido cuidar las relaciones sociales. Con la suficiente inteligencia emocional para saber separar la rivalidad deportiva de los afectos personales. Y durante tres años coincidió en La Manga cada verano con Paulo Roberto, forjando una relación de respeto. Gracias a ella, la leyenda de ElPozo pudo acabar en Mínguez Sáez. Era el mes de enero de 1999.
Paulo Roberto es una figura totémica de ElPozo. Un ídolo universal. Pero hubo un tiempo de crisis en un matrimonio que duró tantos años. En diciembre de 1998, Pato realizó algunas reivindicaciones ante el club, y Paulo Roberto se puso a su lado, en una reunión muy tensa de la que salió una decisión insólita: el hispano-brasileño perdía el brazalete de capitán, era sancionado con 500.000 pesetas y debía entrenar en solitario. El choque fue tal que incluso Paulo le planteó a ElPozo la posibilidad de resolver el contrato. Tomás Fuertes y José Antonio Bolarín lo tranquilizaron, instándole a cumplir la sanción y recuperar cuanto antes su estatus en la plantilla, como jugador esencial. En ese momento aparece Antonio Mínguez, quien se interesa por la situación personal del pívot. "Si te quieres venir para acá, puedes hacerlo. Me gustaría que vinieses". La posibilidad que le ofrecía el dueño del Mínguez Sáez era jugar a partir de la campaña 1999/2000, cuando Paulo Roberto se recuperara de la lesión del cruzado que sufrió en la Supercopa, ante Caja Segovia. En marzo ya volvería a vestirse de corto.
ElPozo y Paulo Roberto restablecieron sus relaciones, y el Mínguez Sáez no pudo culminar un fichaje que habría provocado un terremoto en el fútbol sala. Ahora, el viaje de Murcia a Cartagena de la leyenda de este deporte ha inflamado las redes sociales. Ajenos a ese ruido, Paulo y Jiménez Bosque trabajan concertadamente para hacer crecer al Jimbee, con la expectativa futura de que la mano del hispano-brasileño lleguen, aparte de conocimientos, vengan recursos económicos que fortalezcan un proyecto llamado a la gloria.
La 'fake new' de Paulo escondido en el maletero
Durante años se ha dado por cierto un episodio que solo pertenece al territorio de la ficción. Muy novelesco. Era el año 2000. Mínguez Sáez y ElPozo jugaron un partido cargado de tensión eléctrica, que se resolvió con un gol de Paulo Roberto, que lo celebró de forma enfática. La grada se encendió de ira. Hubo lanzamiento de objetos. El encuentro terminó, pero surgió un problema: ¿cómo sacar del pabellón a Paulo? La solución la encontró Alonso Gómez-López, recurriendo a su larga experiencia como árbitro. "Todos los aficionados se van a concentrar donde está el autobús. Así que mejor justamente que salgas por la puerta opuesta, la que está a la derecha a la entrada del pabellón". Sonaron las sirenas de la policía, que distrajeron a las masas de hinchas que aguardaban la aparición de Paulo Roberto, quien salió del pabellón, tranquilamente, por la puerta que le marcó Gómez-López. Fuera lo esperaba la mujer de Antonio Franco, director deportivo en ese momento de ElPozo. Se subió al coche y abandonó la zona caliente sin el menor problema. Su huida en el maletero fue la primera 'fake new' del fútbol sala. Una mentira que a fuerza de ser repetida adquiere el prestigio falso de la verdad.