El tenista murciano gana en poco más de una hora a Andrey Rublev (7-5 y 6-2) y mantiene vivas sus opciones de adjudicarse las ATP Finals. Se jugará el viernes ante Medvedev el acceso a semifinales.
GREGORIO LEÓN
Los campeones siempre regresan. Aunque lleven encendido el chivato de la reserva. Aunque se hayan extraviado por carreteras desconocidas, son capaces de hacer un cambio de sentido y regresar a la vía por la que han transitado hacia el éxito. Juan Carlos Ferrero no lo ha escondido. Carlos Alcaraz va justo de combustible.
Pero es tal el talento que acumula, sus capacidades tenísticas y su fortaleza mental, que se levanta como solo lo hacen los mejores. Y después de vivir la experiencia insólita que reunir tres derrotas consecutivas, ha alzado la voz en Turín. Andrey Rublev lo intentó. Pero se fue descomponiendo poco a poco, hasta entregar las armas. Nadie sale indemne de las ATP Finals.
Djokovic, después de diecinueve victorias encadenadas tras la final perdida ante el murciano en Wimbledon, probó de nuevo el acíbar de la derrota. Carlitos lo tuvo en la boca el primer día. La Copa de Maestros está llena de trampas y asechanzas. Alcaraz cayó en una ante Zverev. Pero se ha liberado de ella y otra vez se siente fresco para llegar lejos en el torneo de los elegidos.
El murciano estaba convenientemente avisado sobre cómo se las gasta el ruso. El buen desempeño con la derecha. Y también con el revés. Por eso fue paciente, elevando a unos niveles extraordinarios su porcentaje de primeros metidos (80 por 100) y aguardando su oportunidad al resto. Le llevó en el undécimo juego. Ya había olido esa posibilidad dos veces. Y a la tercera, la atrapó. Luego, con su servicio y aprovechando el enfado y los gestos airados de Rublev, cerró la manga. Cuatro juegos consecutivos. Un brillante ejercicio tenístico.
Incapaz de controlar sus emociones, el ruso invitó a la victoria a Carlitos. Una bola fallada le hizo reventar la raqueta contra la pista dura del Pala Alpitour. Y cuando falló la siguiente, propiciando el break del murciano, desató aún más su furia, moviendo espasmódicamente la pierna izquierda y amagando con romper la segunda raqueta. Alcaraz había tomado la delantera en la segunda manga. Su servicio era impecable. El restador poco podía hacer. Rublev, cada vez más enfadado consigo mismo, se veía impotente. De la fiabilidad inicial de su saque poco quedaba. Y por contra, Carlitos crecía y crecía. Un saque - red completado con una dejada sutil. Resto ganador a la línea... Por momentos recordaba a ese Alcaraz atómico ante el que se han postrado rivales de la talla de Djokovic o Nadal. Y así, hasta doce puntos consecutivos, uno detrás de otro. Una delicia para los espectadores.
Y una puerta que se abre: si la joya de Murcia gana a Medvedev el viernes, accederá a las semifinales de la Copa de Maestros.