El Consejo de Administración del Real Murcia no ha abordado esta mañana el posible despido del entrenador del equipo. Su crédito se pone en juego el domingo, ante el Castilla de Raúl, leyenda del Real Madrid.
GREGORIO LEÓN
Felipe Moreno no quiere caer en precipitaciones que puedan ser fatales. Marca tiempos y etapas. Y no ha llegado el momento de despedir a Gustavo Munúa. Ni siquiera de plantearlo como hipótesis de trabajo o debatirlo. Por eso no ha sido punto de estudio en la reunión celebrada este martes por el Consejo de Administración del Real Murcia. El máximo accionista del Real Murcia tiene miedo a dar un paso en falso cuando apenas ha empezado a caminar noviembre. Mira la clasificación y no le hace saltar la sirena de alerta. El equipo está a solo dos puntos del cuarto clasificado, y confía en que recupere el pulso que le permitió ganar tres encuentros consecutivos para ingresar en 'play off'.
El principal dirigente del Real Murcia tiene miedo a errar con un cambio prematuro. Y esta mañana, en el transcurso de la reunión, surgió un nombre, a modo de ejemplo: Julián Calero. El cordobés tiene un alto concepto del actual entrenador del Cartagena. Ya como dueño del Leganés lo tuvo en la agenda. Y a pesar de su extraordinario trabajo en el Burgos, aún no ha conseguido reflotar a los albinegros. ¿Quién dice que traigamos a otro muy buen técnico y vayamos para arriba como un tiro? ¿Quién lo asegura? Esas son las preguntas que le rebotan en las paredes del cerebro a Felipe Moreno, ya de inicio poco inclinado a relevo de entrenadores, como pudo comprobar el aficionado el curso pasado con el caso de Mario Simón.
Tampoco son desdeñables las razones económicas. Solo hay un motivo de desvelo en Felipe Moreno: la deuda. Y quiere acabarla, totalmente, en 2024. Y a ello consagra todos sus esfuerzos. Ese sí, ha sido el punto central del Consejo de Administración celebrado esta mañana, el que más minutos ha requerido de las casi dos horas de reunión. Y en esa línea, liquidar los contratos de Gustavo Munúa y sus colaboradores ronda los 250.000 euros. Algo menos del costo de una nómina completa de jugadores. Esa razón pesa también. Felipe Moreno no quiere malgastar el dinero. Hay pagos apremiantes. Y en perspectiva, un mercado de invierno que exigirá nuevos sacrificios. Si hay que cambiar de entrenador, mejor en enero, con la decisión madurada, y no entrar en una peligrosa espiral de cambios de técnicos que podrían abocar al fracaso de la temporada.
Felipe Moreno tenía previsto celebrar reuniones esta mañana tanto con Munúa como con el director deportivo Javier Recio. Pero ese contacto no se ha producido.
Raúl contra Munúa
Y aun así, a pesar de los postulados de Felipe Moreno, el crédito de Gustavo Munúa quedará modificado tras el partido del domingo ante el Real Madrid Castilla. Una victoria servirá de analgésico. Una derrota incrementaría la presión sobre el uruguayo. Y será una leyenda del Real Madrid la que lo mida, desde el otro banquillo: Raúl González. El filial blanco, que acarició con la yema de los dedos al ascenso al fútbol profesional y se topó con una remontada heroica del Eldense, quiere aprobar esta temporada esa asignatura que quedó pendiente en el pasado. Actualmente está a dos puntos de la zona de 'play off'. Viene de torturar al Atlético Baleares, al que le endosó cinco goles en el Alfredo di Stéfano. Y fuera ha vivido experiencias muy diferentes: desde verse goleado en Castellón a empatar en La Rosaleda. Un equipo indescifrable fuera de casa. Y con un futbolista diferencial: Nico Paz.
Gustavo Munúa se la juega este mes de noviembre. Una derrota no precipitaría su salida, salvo catástrofe en forma de marcador abultado o giro en el pensamiento de Felipe Moreno. Pero el tramo de los tres próximos partidos, Castilla, Intercity y Málaga sí puede determinar su futuro.