El primer partido internacional de España se jugó en La Condomina, el 21 de febrero de 1971. Las autoridades políticas y federativas hicieron todo lo posible por impedirlo.
GREGORIO LEÓN
Sin su valentía quizá no hubiera sido posible el gol de Olga Carmona que retumbó en todo el país, con la fuerza de un terremoto. Ha pasado más de medio siglo. Y ellas iniciaron el camino. Rebelándose ante la posición granítica de las autoridades, desafiando amenazas e ignorando bromas de mal gusto, once jugadoras formaron en el centro del campo preparadas para jugar un partido para la historia, el primero de la selección española femenina, ante Portugal. Y fue en Murcia. En La Condomina. Ahí nació la selección española.
"La mujer en camiseta y pantalón no está muy favorecida. Cualquier traje regional le sentaría mejor"
Con el franquismo aún vivo, el contexto político era hostil a la convocatoria de un partido así. La Sección Femenina, rama de la Falange, solo aceptaba que las mujeres pudieran practicar voleibol, baloncesto, balonmano, hockey, natación, esquí y montañismo. La Federación Española se opuso: "No tengo nada en contra del fútbol femenino, pero tampoco me agrada. No lo veo muy femenino desde el punto de vista estético. La mujer en camiseta y pantalón no está muy favorecida. Cualquier traje regional le sentaría mejor", declaró el entonces presidente Pérez Payá.
Pero a ellas nadie las iba apartar de su sueño. El encuentro debió ser un España-selección de Castilla, en Madrid. Sin embargo, las dificultades fueron extraordinarias, y uno de los organizadores encontró en La Condomina una alternativa: "Hemos traído este primer partido de la selección a Murcia porque ha sido aquí donde hemos hallado más y mejores facilidades que en ningún sitio. Aquí, por lo que sabemos, hay un gran ambiente", afirmó Manuel Carlón, impulsor del fútbol femenino y sin el que es imposible entender este episodio fundacional de la selección española.
El precio de la entrada costaba 50 pesetas en preferencia, y 40 para el resto del campo. El cartel anunciador del partido proclamaba la presencia en la selección española de jugadoras que tenían apodos sacados del fútbol femenino: Kubalita (por ser rubia y con los ojos azules), la Amancio, la Puskas... Capital y cátedra del fútbol nacional, proclamaba ufano el cartel.
La Federación se opone; el Murcia abre las puertas
Las presiones se acrecentaron conforme se acercaba la hora del comienzo del partido, señalado para las doce del mediodía. El presidente de la Federación Murciana, Manuel Cerezuela, se acercó al estadio con la firme determinación de que impidieran el acceso a él a las jugadoras y organizadores. Pero se encontró con la oposición del presidente del Real Murcia, Codina Benítez, quien les abrió las puertas.
Los problemas no habían desaparecido. El árbitro, Sánchez Ramos, no pudo lucir uniforme oficial, y se vio obligado a pitar el partido con pantalón de chándal y camisa azul. "Nosotras veíamos que se retrasaba y no sabíamos por qué. Después nos enteramos de que había tanta gente en las gradas, tantas expectación por vdernos, que la Sección Femenina y el Delegado del Gobierno pensaron en suspenderlo", recuerda en El Mundo la portera de España, Carmen.
Las jugadoras, al no tener el encuentro reconocimiento oficial, no pudieron lucir el escudo de España ni escuchar el himno nacional. Pero cuando el balón empezó a rodar por el césped de La Condomina, eran plenamente conscientes de que estaban haciendo historia, con 3.000 personas repartidas en las gradas del icónico estadio del Real Murcia. Lo de menos es el resultado, 3-3.
Mari Carmen Arce 'Kubalita', Ana Seijo, Virginia Cuñat, Mari Carmen García, Amparo Herrera, y Paquita Cruz, de Valencia; Cecilia, Marisa, Mari Jo, Angelines Pérez 'Quilla', Vázquez, Virginia, Concepción Sánchez 'Amancio' y Laura, de Madrid; Núria Llansà, Blanca Fernández y Lolita Ortiz, de Barcelona; y Mimí Cañete y Marisa Conde, de Fuengirola. El título conseguido en Sidney también las ha hecho eternas a ellas.