El tenista murciano cae ante Jannik Sinner (7-6, 4-6 y 2-6), y perderá el lunes la condición de número 1 del mundo. Alcaraz no podrá reeditar su triunfo del año pasado en este Masters 1.000.
GREGORIO LEÓN
Solo la kriptonita debilitaba a Superman. Lo hacía vulnerable. Y Carlos Alcaraz, que había volado en Miami con sus superpoderes tenísticos, ha descendido a la tierra por culpa de Jannik Sinner, el único capaz de empequeñecerlo, valiéndose de sus mismas armas: talento y resiliencia. El italiano se levantó después de perder el primer set, estuvo al borde del acantilado en el segundo, pero fue capaz de sobrevivir para llegar al tercero. Las más de tres horas que duró el partido, con un esfuerzo extenuante para los dos tenistas, explica elocuentemente la alta calidad de ambos, en una cita para paladares refinados que ya se ha convertido en clásica. Sinner se venga de su eliminación en el US Open. Y Alcaraz pierde su condición de número 1 del mundo.
La tensión se vivió desde el primer punto. Con rostro serio, sin un gesto de relajación, lanzaban y devolvían pelotas los dos oponentes. Y el murciano se apercibió enseguida de que Sinner lo iba a acorralar, utilizando el resto. En el cuarto juego llegó la primera ruptura de servicio para el italiano. Sinner llegó a poner con una ventaja 1-4. Ante cualquier otro tenista, eso te coloca en el camino correcto para llevarte el set. Pero si tienes delante a Alcaraz, no hay certeza alguna. El murciano reaccionó con dos breaks consecutivos, y el set, entre errores al primer servicio, restos impecables y un puntazo que puso en pie al Hard Rock Stadium, viajó al 'tie-break', donde Carlitos volvió a demostrar su resistencia. Una hora y dieciocho minutos de set. Un thriller.
El italiano no estaba dispuesto a sacar bandera blanca de rendición. Y, alimentando el carrusel de rupturas de la primera manga, comenzó la segunda con un break, confirmado luego con su servicio. Pero Carlos Alcaraz también fue fiel al guion del primer capítulo, y se levantó. Sinner parecía perder la partida. Pero su fortaleza mental y los errores del murciano (tuvo una bola para ponerse 5-4 y servicio para ganar), llevaron el litigio al desempate.
El deporte tiene mucho de mecanismo mental. Y Alcaraz comenzó el definitivo set con los miedos revoloteándole en la cabeza. Gestualidad seca, muy serio, y encadenando errores impropios de su calidad, provocados también por los calambres que empezó a sentir, limitando extraordinariamente su juego. Y ante el tenis desplegado por Sinner, era imposible voltear la situación. El viento había cambiado de dirección, ya definitivamente. Los papeles se invirtieron. Y Sinner cerró el partido como le gusta hacerlo a Alcaraz: con un 'winner'.
