El tenista murciano arranca el Open de Australia este martes (11 de la mañana, hora española, Eurosport) frente a Richard Gasquet, con Djokovic como enemigo a batir.
GREGORIO LEÓN
La fiereza competitiva de Djokovic le hizo regresar a la cumbre, desalojando a Carlos Alcaraz, que se atrevió a expulsarlo con una victoria inesperada en el verde sagrado de All England Club. La Rod Laver Arena acoge al serbio con la hospitalidad de su salón de casa. Ahí ha reinado hasta en diez ocasiones. Su absolutismo es equiparable al mostrado en Wimbledon, hasta que un murciano le cambió los planes. Y en ese anhelo anda ahora otra vez Carlitos, desafiando a los dioses. No ha sobrecargado la preparación de partidos que supusieran desgaste físico o emocional, y se ha limitado a dos citas de exhibición. En Melbourne se le ha visto sonriente, mirando con admiración a una figura totémica de este deporte, Andre Agassi. El pasado se da la mano con el presente. Rostro relajado de Carlos Alcaraz, que esta vez no tendrá un campo de minas en su trazado hacia la final, donde sueña reencontrarse con Djokovic. Incluso el camino le permitirá la venganza en semifinales ante Medvedev, que le arruinó todas sus ilusiones en el último US Open. Aquella noche del verano neoyorquino frustró una final Alcaraz-Djokovic que ahora sí podría darse en Australia.
Carlos Alcaraz aparece en el primer grande de la temporada bien avituallado de experiencia. Australia no olvida su emotivo partido ante Mateo Berrettini, al que acorraló, levantando dos sets y empujándolo al 'tie-break', donde el romano mostró su calidad. Era la primera señal que emitía un chaval de apenas dieciocho años, que no pudo regresar el año pasado a la Rod Laver Arena por culpa de una lesión.
No lo mirará desde su box, sino en la distancia, Juan Carlos Ferrero, sometido a una intervención en la rodilla izquierda. Desempeñarán las funciones de entrenadores Samuel López y Antonio Martínez Cascales, y no faltará el apoyo insustituible de Carlos Alcaraz padre, y de su hermano Álvaro, sin los cuales es imposible entender los triunfos que ya colecciona la joya de El Palmar. Samuel López es un entrenador talismán para Carlitos, porque bajo su dirección ganó el torneo de Queen's, aperitivo de Wimbledon, y Miami.
Casi le dobla la edad. El francés, con 37 años, llegó a ser número 7 en el ranking ATP. Vivió muchas derrotas ante Rafa Nadal, y ahora camina por el puesto 131 de la clasificación. A priori no debe constituir un rival de envergadura para Carlos Alcaraz, que tiene buenos recuerdos del único antecedente entre ambos. Fue con él delante cuando ganó su primer torneo ATP, en Umag, allá por 2021, por un doble 6-2.