Un grupo de Madrid que ofrecía tres millones, más dos en caso de ascenso a Segunda, desiste de la compra ante el riesgo de descenso a administrativo por impago de nóminas.
GREGORIO LEÓN
Duino Inversiones no quiere que se le eche encima el mes de junio sin despejar el horizonte del Cartagena. La empresa propietaria del club albinegro busca la salida al laberinto, y a tal efecto, ha preparado una reunión formal a la que acudirán los dos principales socios de la sociedad, el administrador Fernando Carreño, con un porcentaje del 85 por 100 en sus manos, y Francisco Belmonte, que ostenta el 15 por 100 restante. La reunión está convocada para este fin de semana.
La empresa propietaria del Cartagena maneja en estos dos momentos dos opciones: la venta del club a un fondo de inversión estadounidense, que tiene de plazo hasta el 19 de este mes de mayo para depositar una cantidad económica inicial, sobre una cifra global de nueve millones de euros estipulados en el contrato de compra-venta, revisable tras el examen minucioso de las cuentas, y el alquiler con opción a compra. Esa posibilidad también está encima de la mesa, de tal manera que un grupo de empresarios locales asumiría la gestión del club para redirigirlo. Esos empresarios existen. Tienen nombre y apellidos. Y ofrecen una alternativa que no disgusta a Duino. La aversión que genera el nombre de Belmonte en un sector no pequeño de la afición está fuera de cualquier género de duda. Con nuevas caras, sería factible la recuperación de la masa social a través de una campaña de abonos atractiva, y el regreso del empresariado fugado. La figura de Francisco Belmonte aparece muy erosionada a ojos de la opinión pública, y sin embargo, es una pieza que sigue moviendo todo el mecanismo, capaz de desechar posibilidades que no le parezcan interesantes, o de vetar nombres de personas que podrían ocupar su puesto en el futuro inmediato como cara visible del Cartagena. Con solo un porcentaje pequeño de la sociedad, Belmonte controla muchos resortes del poder. Duino buscará este fin de semana el difícil consenso entre los dos socios principales, a veces con pensamientos e ideas divergentes sobre la fórmula final elegida.
Se cae la tercera opción
Una de las propuestas que sopesaba Duino venía de Madrid, a través de un grupo de inversores que había trasladado una oferta interesante: tres millones de euros en el momento de la compra del club, que luego crecerían en un futuro, con dos millones adicionales cuando el equipo regresara a Segunda División, y otros dos en caso de ascenso a Primera. Pero el mismo día que apareció en prensa la posibilidad de que se produjera un descenso administrativo por impago de nóminas atrasadas, este grupo desistió, y se apeó de su idea de adquirir el Cartagena.
