El seleccionador nacional, que está deseando sentarse en el banquillo de Nueva Condomina para el España-Dinamarca, es muy optimista respecto al próximo Mundial. "Esta es una generación maravillosa de jugadores".
GREGORIO LEÓN
Cuando se le pregunta por Murcia, inmediatamente se acuerda de su amigo Juanjo Díaz de Guereñu, aquel central grandote, rebosante de nobleza, que defendió la camiseta del Real Murcia allá por los años 80, cuando los carruseles deportivos conectaban con La Condomina y Matías Prats daba paso en el Estudio Estadio al vídeo del partido jugado por el equipo grana.
Luis de la Fuente galopó la banda izquierda de La Condomina en sus tiempos del Athletic de Bilbao, aquel Athletic del doblete, que entrenaba Javier Clemente, y que lanzó a la ría la gabarra por vez primera en su historia. En ese momento, hace cuarenta años, no podía imaginar, ni en sus sueños más disparatados, que sería campeón de Europa con España. Y ha llegado a la cima alejado de las portadas, sin ser una celebridad. De la Fuente, riojano del 61, siempre se ha sentido a gusto fuera de los focos. El fin abrupto de la etapa de Luis Enrique lo colocó en el banquillo español. Parecía una solución provisional. Y sin embargo, su nombre se alinea junto a Luis Aragonés y Vicente del Bosque, los seleccionadores que nos hicieron antes campeones de todo. De profundas convicciones cristianas, le agradece a Dios todo lo que le ha dado. "Doy gracias a Dios por poder vivir día. Y por poder vivir esta experiencia. Que mi pasión sea mi profesión. Soy un privilegiado. Y esa relación que tengo que Dios me da fortaleza".
El seleccionador ha debido convencer a los descreídos. A aquellos que recelaban de esta España que no aparecía en ninguna quiniela. En todas las ruedas de prensa repetía una frase que parecía un afirmación aventurada, y que sin embargo, nacía de un convicción íntima basada en el conocimiento minucioso de la materia que manejaba: "El nuestro es el mejor equipo de la Eurocopa". Y a golpe de victoria, mezclando efectividad y seducción, fue venciendo todas las resistencias. Una por una fueron cayendo las selecciones de mayor linaje mundial. "Estamos emocionados de que un país está orgulloso de nosotros. Juntos somos más fuertes. La selección sirve de unión. Cuando queremos, somos la mejor afición del mundo", sentencia.
Luis de la Fuente echa la mira al frente. Y sonríe. "Vamos a pelear por la Nations League de nuevo. Queremos seguir creciendo. Todos miramos de reojo el Mundial. Estos chicos van a crecer mucho en estos dos años. Llegaremos preparados. Lo conseguido nos invita a ser optimistas. Es una generación maravillosa".
El pasado 14 de julio toda España miró primero a Wimbledon, y luego a Berlín. El seleccionador alaba a Carlos Alcaraz: "Recibimos un mensaje suyo muy cariñoso, justo antes de la final, y lo agradecimos mucho. Es un ejemplo. Tiene un buen maestro, su padre, su entrenador... y Rafa Nadal. Ese es el camino. Educar a los jóvenes en esos valores. Humildad, naturalidad. Eso da más grandeza a cualquier éxito". Y como integrante de esa nueva generación que está enamorando a los jóvenes, otro nombre, Lamine Yamal: ""El talento de Lamine no es normal. Pero es un chico con una gran madurez".
Pero que el We are the champions sonara para España en el estadio Olímpico de Berlín responde a muchos motivos, causas y actores. La aleación mágica del talento y la experiencia ha deparado el resultado final exitoso. Y en esa mezcla no puede faltar Álvaro Morata: "Álvaro es indiscutible. Es un profesional excepcional. Un capitán con letras mayúsculas. Un gran compañero y una buena persona. No está suficientemente reconocido, en la dimensión que le corresponde".