El tenista murciano derrota a Alex de Miñaur (7-6 y 6-2) en su primer partido de las ATP Finals.
GREGORIO LEÓN
Con su cara de buen chico, de alumno aplicado que siempre saca buenas notas en el colegio y no da un disgusto jamás a su madre, Alex de Miñaur siempre esconde intenciones malévolas. Pero hasta el momento Carlos Alcaraz ha encontrado el antídoto. En Turín no hay valles. Todo son cumbres. Todo ascensiones. Y ya en el primer partido el murciano tuvo que emplearse a fondo para derrotar al australiano. La cita ya era compleja por el enemigo, y además, por el traspié de París, que le hizo perder al joven de El Palmar el número 1 del mundo y aflorar dudas que parecían arrinconadas. Noviembre nunca ha sido un mes fácil para la joya de Murcia, y estas ATP Finals tienen para él mucho de redención.
El primer capítulo no fue lineal. El juego de Alcaraz una vez brillaba a la manera de siempre, con el revés dándole grandes dividendos, otras se extraviaba en fallos, a tal punto de meterse en casi veinte errores no forzados. Por eso, a pesar de llevarse un juego en blanco para firmar el break, cuando tenía un 0-40 a su favor para una segunda rotura, la dejó escapar. Y eso le dio vida a De Miñaur, que incluso disfrutó de ventaja en el 'tie-break'. Pero la reacción a tiempo de Carlitos le otorgó el set.
Buscarle lógica a la segunda manga resultó complicado. Vacilaron los jugadores con sus saques; se engrandecieron al resto. Y así el asunto se puso con un 2-1 a favor de Carlos Alcaraz, esmerado en la faena de sacar adelante su turno de servicio para intentar sentido a lo que estaba ocurriendo. Y lo consiguió. Con los nervios ya templados, el viento soplando a su favor, las manos acariciando el timón, se hizo más grande al resto, primero con un revés paralelo milimétrico y luego con un palo de su derecha. El partido ya no se le podía escapar. Pero a los aficionados que poblaban las gradas del Inalpi Arena les quedaba todavía el puntazo del torneo, con los dos tenistas devolviéndose la bola una y otra vez, estirando sus cuerpos, muy cerca de la red, en un intercambio que parecía fabricado para un videojuego. Carlitos se llevó la mano derecha a la oreja, en gesto de complicidad con el público, totalmente entregado. Y fue con otro golpe de revés, que tan bien le está funcionando en este 2025, su nueva arma letal, como Alcaraz sumó el punto definitivo.