El tenista murciano se impone a Rinderknech (7-6, 6-3 y 6-4) y ya está en cuartos de final del US Open
GREGORIO LEÓN. Nueva York
Para ganar el US Open hay que masticar cristales. Bailar sobre brasas encendidas. La segunda semana del Grand Slam de Nueva York trae rivales de tonelaje y desagradables sorpresas. Que le pregunten a Zverev. Pero Carlos Alcaraz se puso serio, blindándose ante un temible Arthur Rinderknech. Y ya está en cuartos, donde le espera Jiri Lehecka. Este domingo ha vuelto a enamorar a Nueva York.
Desde que ganó en 2022, Carlitos es el niño mimado del US Open. Salta a la pista con un aplauso unánime, que se repite poco después. El público tiene ganas de divertirse. Es domingo. Tiempo de placeres. Y el murciano los regala con generosidad. La Arthur Ashe está casi llena para la sesión de mediodía.
Arranca firme al servicio el francés, sin darle opciones a Alcaraz, que hace brotar los primeros ohhhhh de admiración con un globo mientras se defendía. Que se multiplican con otro puntazo, al cazar una bola de espaldas. Una filigrana fabricada en Murcia. Pero Rinderknech no se asusta. Opone palos a virguerías. Y Carlitos no logra despegarse. Con un Vaaaaaamos se anima para el 'tie-break', donde aparecen sus golpes ganadores. El set es suyo.
El capítulo anterior ha dejado unas cuantas enseñanzas. Para evitar otra muerte súbita, Alcaraz debe mejorar su servicio, con porcentajes que apenas han llegado al 50 por 100. Y los primeros empiezan a entrarle. La sombra alcanza ya toda pista, sin los molestos reflejos del sol. Y el murciano se entona, recreándose con winners y voleas. Por fin llega la rotura. 4-2. A partir de ahí el camino se allana.
Carlitos, juguetón, liberado de presión, empieza a reunir ganadores. Su oponente ya lo veía invulnerable. Y solo le quedaba capitular. El murciano no ha cedido ni un solo set en el torneo. Conjugando eficacia y belleza, sigue alimentando su sueño de salir de Nueva York como el mejor del mundo.