El tenista murciano cayó ante Jannik Sinner (7-6 y 7-5) en la final de las ATP Finals.
GREGORIO LEÓN
Será cosa de brujas malignas, de esas que meten miedo a los niños, y también a los adultos. Del destino, que a veces te mira mal. De la buena o la mala suerte. Pero el caso es que España no llega a la gloria en la Copa de Maestros desde siglo pasado. Ni siquiera Rafa Nadal, con su estatura mitológica, lo saboreó. Y de momento, Carlos Alcaraz, tampoco. El jugador que va saltando de récord en récord, el número 1 del mundo al que todos reverencian, esta vez se tuvo que resignar a la derrota. Claro que al otro lado de la pista estaba el único capaz de borrarle la sonrisa, Jannik Sinner. Carlitos, que ya tuvo el partido a contrapié tras ceder el primer set, con la atmósfera del Inalpi Arena cada vez más cargada, todos del lado del italiano, deberá buscar una oportunidad distinta para poner su nombre en la exclusiva lista de ganadores de las ATP Finals. Es una derrota que deja dolor, pero no demasiado. La gran meta era para el tenista de El Palmar continuar sentado en la cumbre del ranking mundial. Todos lo envidian, empezando por Sinner.
El primer set se resolvió con el microscopio. Iban los dos tenistas replicando eficacia en sus turnos de servicio, parejos en los puntos ganados, sin levantar la voz. Ofrecían el repertorio completo del talento que atesoran. Y Alcaraz, que había tenido que ser atendido tres minutos por el fisioterapeuta, quejándose de una molestias en un muslo, colocó a Sinner en situación más que comprometida. Con 6-5 dispuso de una bola de set, pero el italiano, sin descomponer el gesto, la levantó y los dos antagonistas se encaminar al `tie-break'. El de San Cándido no es solo tenis siderúrgico, de ese que parece hecho de metal. También empieza a crecer con otros recursos en los que ha ido trabajando los últimos meses para buscar antídotos contra el veneno de Alcaraz. Y un par de globos fue el ejemplo de ese nuevo juego, que le llevó a ganar el primer capítulo.
En citas así los jugadores bailan sobre el filo de la navaja. Aun con un vendaje en el muslo derecho, Alcaraz no dejó de producir puntos. Y se atrevió a hacerle un break a Sinner, el primer que encajaba el italiano. Confirmó la ruptura con su servicio. Pero ahí se frenó y permitió a su enemigo conectarse de nuevo, interpelando al público, en gestos poco habituales en un jugador que parece criado en un iglú. Más latino que nunca, probando golpes ganadores, empujado por miles de espectadores, Sinner volaba hacia la victoria, por mucho que intentara neutralizarlo Alcaraz. Pero una bola impulsada con revés se fue y Sinner se lanzó a la pista, loco de felicidad, Por fin ganaba al murciano, sacándose una espina que se le clavó en el corazón el 7 de septiembre, en Nueva York. Aquel día Carlitos salió número 1 del mundo. Y así comenzará 2026.
Escucha a Carlos Alcaraz tras el partido