El tenista murciano se enfrenta este martes (no antes de las 19.30 horas, en España) al checo Jiri Lehecka, buscando el acceso a las semifinales del torneo neoyorquino.
GREGORIO LEON. Nueva York
Carlos Alcaraz y Jannik Sinner se observan. Se miden, acechando reacciones, gestos y comportamientos. El italiano vio como el tenista de El Palmar no tenía piedad con Rinderknech. Al día siguiente, era Carlitos quien veia la exhibicion del jugador de San Cándido, que solo ha cedido un set en todo el torneo. El camino para la final está trazado, y todos los aficionados aquí en Nueva York sueñan con un partido que volvería detener el planeta tenis, como pasó en Wimbledon y en Roland Garros. Pero para llegar al domingo, los dos jugadores que se reparten los Grand Slams desde que arrancó el año, deben evitar cualquier caída de tensión que les expulse del torneo. Hoy es el turno de Alcaraz, que aunque está deslumbrando con su juego, potenciado ahora por la eficacia de su servicio, no debiera descuidarse ante Jiri Lehecka, que ya le ganó en tierra batida. Fue en Doha. Sobre hierba no hubo sorpresa, y Carlitos impuso su jerarquia en Queens, las dos veces que se han encontrado.
El partido volvera a ser en sesion de mediodia, hora de Nueva York. No antes de las siete y media de la tarde, hora en España. La television ha dictado que el partido de Djokovic ante Taylor Fritz tenía más interes, y por eso Carlos Alcaraz comparecerá primero en la sesion de este martes. Muchos neoyorquinos han quemado el lunes la tarjeta de crédito en el llamado Labor Day, el primer lunes del mes de septiembre que supone el cierre de las vacaciones y que es un día de compras compulsivas en Manhattan, con descuentos muy elevados. Pero aún les queda dinero para ver este encuentro de Carlitos Alcaraz. La entrada mas barata cuesta 174 dolares. Pero la locura que hay alrededor del tenista murciano es tal que siempre sale rentable pagarla, cueste lo que cueste. Otros, empezando por Sinner, juegan un tenis casi perfecto, sin fisuras, robotizado. Alcaraz es otra cosa. Alcaraz es espectáculo. Y pocos aman tanto el show como los estadounidenses. Por eso el tenista murciano es hijo adoptivo de esta ciudad que lo ama y que va a empujarlo para llevarlo al domingo.
