El jugador murciano se enfrenta al italiano este lunes (21 horas, Movistar) en la final del Masters 1.000 de Cincinnati. Es la decimocuarta vez que se enfrentan.
GREGORIO LEÓN
Venganza sobre venganza. Hoy me ganaste, pero a la próxima me toca a mí. Quedan muy cercanas las imágenes de Jannik Sinner levantando el trofeo dorado de Wimbledon, que reivindicó su figura después del final insólito unas semanas atrás, en Roland Garros, donde Carlos Alcaraz lo dejó sumido en la perplejidad, con cara de no entender nada. Una derrota que le hizo llorar. Y este largo litigio que arrancó allá en 2021 en París, cuando apenas eran dos chicos imberbes, se repetirá este lunes en el Masters 1.000 de Cincinnati. Todos los focos apuntarán a las dos grandes estrellas del momento, los jugadores que van forjando su leyenda cita a cita.
Sinner, con su juego robotizado, parece inabordable. Apenas ha ofrecido concesiones a los rivales. Hoy por hoy se antoja favorito, por mucho que Carlos Alcaraz ha alzado la voz, demostrando control mental para escapar de momentos delicados. Y han sido unos cuantos antes de viajar a la final. Pero siempre se ha mantenido en pie, invulnerable, potenciando virtudes y ocultando debilidades.
Será la decimocuarta vez que se encontrarán en el camino Sinner y Alcaraz, con ventaja en el historial de enfrentamientos para el murciano (8-5). Carlitos se está acostumbrarse en finales de Masters 1.000. Esta será su novena, siendo el tercer jugador más joven en llegar a ese registro, por detrás de Djokovic (21) y Nadal (10). Fue el serbio quien lo dejó sin el trofeo de Cincinnati en 2023. Ahora quiere sacarse esa espina. Su juego ha ido a más, adaptándose pronto a la pista rápida después de mostrar su elasticidad en la pradera verde del All England Club. La respuesta física ha sido extraordinaria. Mientras otros tenistas sufren el calor insoportable de Cincinnati, Carlitos pelea todas las bolas. Sudando, eso sí. Porque una de las novedades que nos ha traído este torneo es que el murciano suda.