El tenista murciano, a pesar de ceder un set ante el bosnio Dzumhur (6-1, 2-6 y 6-3), se mete en la siguiente ronda. Griekspoor o Medjedovic, su siguiente rival.
GREGORIO LEÓN
Se vigilan, acechando cada una de sus reacciones. Son los dos mejores tenistas del planeta. Uno apretó a fondo el acelerador en su primera cita en Cincinnati. El otro, el nuestro, Carlitos Alcaraz, también se puso serio, con algún sobresalto. El bosnio Damir Dzumhur, que ya había tenido el atrevimiento de arrebatarle un set en Roland Garros, perpetró la misma travesura en Cincinnati. Pero la reacción de la joya de Murcia fue la que se esperaba. Hay puntos que parecen irrelevantes en la trama de un partido, y que sin embargo, lo hacen cambiar de dirección. Estaba atascado Alcaraz. Sirve su oponente, y le lanza una bola inalcanzable para cualquiera, menos para el tenista de El Palmar, que la devuelve sin mirar, con tanta potencia que es imposible para Dzumhur. Mano a la oreja, interconexión con el público, y el depósito de la confianza lleno de queroseno. A partir de ahí, derechazos, dejadas y el juego de siempre de Charly.
El partido trajo complejidades, e hizo sudar al prodigio murciano, no solo por la dura resistencia de Dzumhur sino también por las altas temperaturas que derriten el estado de Ohio. Es muy difícil ver a Carlitos con la camiseta empapada. Y la verde azulada que ha estrenado en Cincinnati quedó empapada muy pronto. Vale, no fue un tenis memorable. No. Los errores alzaron la voz más que los aciertos. Pocos winners y ritmo discontinuo. Pero el discípulo de Juan Carlos Ferrero (este domingo Samuel López desempeñó tal función), escapó del peligro y de la vergüenza de una eliminación prematura. El año pasado, a estas alturas, estaba rompiendo una raqueta, desesperado ante su juego. Esta historia ya es distinta.
Todo fue como la seda para Alcaraz en la manga inicial. Ya en el primer juego tuvo dos opciones de ruptura. No las aprovechó. Dio igual. Su juego era tan sólido que en el siguiente turno de servicio de Dzumhur le hizo el quiebre, confirmado con su saque. 3-1 y a seguir en la faena. No necesitó de muchos trucos de magia para cerrar el set en menos de 28 minutos. El bosnio intentaba comprometerlo abriendo ángulos, pero Carlitos llegaba a todas las bolas.
Se extravió el murciano en el segundo capítulo, regalando puntos, acumulando errores no forzados. Hasta siete juegos consecutivos se llevó Dzumhur, para hacer dos breaks y llevarse la manga con insólita facilidad en apenas media hora. Tocaba hacer un cambio de sentido.
Y Alcaraz, que va ganando grados y madurez, agarró el volante con fuerza, sin que le temblara el pulso más allá de un amago de reacción del bosnio cuando el asunto parecía ya decantado con el 4-1. Pero la cantina donde se vendían las sorpresas ya estaba cerrada. Y el jugador murciano accedió a la siguiente ronda, donde le espera Tallon Griekspoor o Hamad Medjedovic.