El tenista murciano entra en acción este fin de semana, con la idea de ganar un torneo que siempre se le ha escapado.
GREGORIO LEÓN
Es verdad que Carlos Alcaraz lleva once victorias consecutivas en un Masters 1.000, pero los recuerdos que le trae Cincinnati no son los mejores. Eliminado en primera ronda el año pasado por Monfils, tampoco pudo lograr el triunfo el año anterior, derrotado por Novak Djokovic, ausente en esta edición. Pero el murciano aprende rápido y ha hecho una lectura inteligente de los errores que le apartaron del camino en otras oportunidades. Y afronta el torneo de Cincinnati como una oportunidad de reivindicación, ya con el US Open aguardando, inmediatamente después.
La pista rápida, que le dio el número 1 del mundo cuando conquistó el major neoyorquino, le ha dado algunos disgustos. Su última aparición en esta pista fue en Miami, donde quedó eliminado de forma prematura. No encontró la forma de parar la crecida de David Goffin. Eso fue en marzo.
El tenista murciano, que tiene un cuadro complejo hasta llegar a la final, jugará ya este fin de semana.