El tenista murciano empieza este martes (no antes de las 7 de la tarde), el Masters 1.000 de París, ante Cameron Norrie.
GREGORIO LEÓN
Hace ahora ocho años, el estadio Paris La Défensa Arena fue inaugurado con un concierto del mítico grupo Rolling Stones. 40.000 personas vibraron con la actuación de una banda fuera del tiempo, tanto como para hacerse inmortal. Y Carlos Alcaraz quiere suscitar en los aficionados que acudan ahí esas mismas emociones, a partir de este martes, que es cuando se le abre el semáforo, ya en segunda ronda, del Masters 1.000 de París. El torneo francés, envuelto siempre en prestigio, le ha sido esquivo al tenista murciano, que ha vivido todo tipo de episodios. El más doloroso, aquella derrota ante Hugo Gaston, que le ganó diecisiete puntos seguidos, en medio del jolgorio del ruidoso público local. Alcaraz acabó con lágrimas en los ojos. Ahora todo ha cambiado.
París sueña con otra final Alcaraz-Sinner. Se podría dar el próximo domingo. Pero para ello ambos jugadores deben estar finos. El murciano se ha mostrado complacido por la velocidad de la pista, que no hace la bola ingobernable. Y eso le concede posibilidades de llegar lejos, más allá de su condición de número 1 del mundo. Su primera rival será el británico Cameron Norrie, al que ha visto en siete ocasiones, con saldo positivo (cinco victorias y dos derrotas). La última, en los cuartos de final de Wimbledon.
El partido de este partes comenzará no antes de las siete de la tarde.
