El murciano gana en cinco sets al alemán Peter Gojowczyk y se convierte en el tenista más joven que alcanza unos cuartos de final del US Open. Alcaraz, con dieciocho años, sigue seduciendo al mundo con su juego.
GREGORIO LEÓN
Carlos Alcaraz rompe récords, a golpe de talento y descaro. Ya está en los cuartos de final del US Open. Nadie tan joven había llegado tan lejos desde 1963, cuando lo hizo el brasileño Thomaz Koch. Hace tanto tiempo de eso como que este torneo legendario se jugaba entonces en hierba. Ni siquiera su padre había nacido. Kennedy aún no había encontrado su final trágico en Dallas.
Su madurez desmiente el acné juvenil que todavía perdura en su rostro casi adolescente. Es capaz de, ante tenistas de mejor ranking como Tsitsipas, o de mayor experiencia como Peter Gojowczyk, sobrevivir en el alambre, en un admirable ejercicio de funambulismo. El murciano vivió varias borrascas en la pista Grandstand de Flushing Meadows. Pero escapó a todas para renovar su romance con la ciudad de Nueva York.
El mismo nivel superlativo que mostró Alcaraz ante Tsitsipas lo desplegó ante el alemán en el arranque del partido. No le dio opción, llevándose los tres primeros juegos. Pero poco a poco Peter Gojowczyk empezó también a mostrar sus cualidades, para llevarse la primera manga con un parcial de 7-5.
Alcaraz reaccionó en el segundo set. Hasta por dos veces le hizo un break a Gojowczyk, que empezó a cometer errores, al tiempo que los golpes del murciano eran más certeros. Y el murciano no dio opción alguna a su rival, cerrando la manga con un expresivo 6-1.
La igualdad volvió en el tercer set. Carlos Alcaraz, a pesar de anotarse el primer juego, no terminó de utilizar bien sus golpes de derecha, sus dejadas... y Gojowczyk volvió a sentirse cómodo. La manga estuvo a punto de irse al tie-break, pero el alemán la resolvió 7-5.
Carlos Alcaraz volvió a tomar la delantera en el cuarto set, con hasta dos roturas de saque. Ahí, sí, se pudo ver la mejor versión del tenista de El Palmar, que se gustó para adjudicarse la manga con un concluyente 6-2.
Y en la quinta, un Alcaraz más liberado, encontrando sus mejores golpes, y advertido de los problemas físicos que sentía el alemán, metió la directa para ponerse con un 3-0, hijo de su mejor tenis en el partido. El desenlace feliz estaba más cerca. Y el murciano no lo dejó escapar, haciendo un 'rosco' para cerrar la disputa: 6-0.
Este fue el tanteo final: 7-5, 1-6, 7-5, 2-6 y 0-6.
