Sus dos goles ante el Amorebieta, el delantero del Cartagena ha firmado 31 dobletes en Segunda, y está a solo uno de igualar a Abel Fernández, histórico goleador de la década de los 60.
GREGORIO LEÓN
Abel Fernández quería marcar goles en el Real Madrid. Pero con Di Stéfano y Puskas por allí, rápidamente se dio cuenta de que debía buscarse nuevo destino, por mucho que Santiago Bernabéu apostara por él. Llegó al Rayo Cantabria, filial del Racing de Santander. Y su capacidad prolífica para marcar goles lo enviaron de inmediato al primer equipo, en el que debutó en 1959. Y durante una década fue el rey del área en Segunda División, con hasta 32 dobletes y tres Pichichis (uno en el Racing, dos en el Celta de Vigo). Abel dijo 'hasta aquí he llegado' en el ejercicio 1970/71. Murió hace solo tres años.
Y ahora, cincuenta años más tarde, un delantero más bien bajo para los cánones actuales, pero de inigualables condiciones goleadoras, está a punto de darle alcance. Le basta solo con otro doblete, después de su actuación del sábado en Amorebieta. Rubén Castro está a punto de lograr lo que nadie ha hecho en medio siglo.
A punto de pillar a Donato
Pero los datos que derrama la producción goleadora del canario no acaban ahí. Ha igualado a Nino, que hizo goles a 66 equipos distintos. Si es capaz de mojar ante el Burgos o la Real Sociedad "B", también el récord del legendario jugador del Elche, caerá. Y ahora espera, pacientemente, para convertirse en el goleador más viejo de toda la historia de la Liga, marca que de momento ostenta Costa, con 40 años y 326 días. Donato hizo goles con 40 años y 138 días. El delantero del Cartagena superará también esos registrados si es capaz de marcar en la jornada 41 ó 42, porque cumple años en junio.
31 penaltis, otro récord
Y otro número más, que expresa elocuentemente la insólita relación con el gol que tiene Rubén Castro, al que no se le niega ninguna suerte. Tampoco la de la pena máxima. Lleva ya 31 penaltis anotados. Nadie en Segunda ha hecho nada parecido. Hasta Joaquín Martínez, hoy miembro de la comisión deportiva del Cartagena y rastreador detectivesco de datos escondidos, alucina. No es para menos. Cuando hablas de Rubén Castro, el único emoticono posible es el de la cara asombrada. Acompañado de otro: el del aplauso unánime.