La falta de tensión, desajustes defensivos y el fútbol punzante del Huesca provocan la derrota de los albinegros. Rubén Castro falló un penalti antes del descanso. 6.596 espectadores en el Cartagonova.
GREGORIO LEÓN
Apagón colectivo. Se le fundieron las luces al Cartagena. Esas que había tenido prendidas durante tantos partidos en el estadio Cartagonova, que había convertido en su refugio inviolable. Pero el Huesca le hizo sangre, aprovechando al máximo los múltiples fallos del equipo albinegro.
El guion ya fue distinto desde el principio. Esta vez el Cartagena no se apropió de la pelota. Fue el Huesca el que monopolizó el juego, con varias aproximaciones que comprometieron a Marc Martínez. Esa inclinación ofensiva del rival propició situaciones de contragolpe a los locales. Pero no aprovechó ninguna de las transiciones. Y el Huesca tuvo premio a su insistencia, con un disparo de Dani Escriche, que le ganó la posición a Boateng para fusilar al portero del Cartagena. La réplica pudo llegar de inmediato. Con Boateng otra vez como protagonista. Fue derribado dentro del área. Pero Rubén Castro, habitualmente segurísimo desde los once metros, le pegó suave y al centro. Andrés Fernández atrapó la pelota.
El Huesca perdonó el 0-2 con un remate que se le fue desviado por poco, en medio de la confusión colectiva del Cartagena. Luis Carrión modificó su plan, dando pista a Mo Dauda. Pero otro mal repliegue cartagenero desencadenó el segundo tanto del cuadro oscense, firmado por Marc Mateu. El tercer martillazo fue de Seoane, con un disparo seco, inalcanzable.
Es la primera derrota del Cartagena en su estadio desde el 30 de octubre del año pasado.
