El equipo albinegro pierde por 2-1 en Almería y baja a la Primera RFEF, a falta de siete jornadas para el final de la Liga.
GREGORIO LEÓN
La temporada de la vergüenza acaba con un descenso en Semana Santa. El Cartagena ha tenido prisa por bajar. Después de cinco años de sonrisas en el fútbol profesional vuelve a donde estaba cuando llegó a gestionar el club Francisco Belmonte. Del Cartagena luminoso de Rubén Castro y De Blasis solo quedan cenizas. Duino Inversiones dejó de inyectar dinero a chorro en la entidad albinegra. Y a partir de ahí llegaron los problemas, que han desembocado en este regreso al fútbol que se ve en un ordenador y no en la pantalla grande de Movistar. En silencio el presidente, repudiado por gran parte de la afición, el futuro es inquietante. El Cartagena no tiene comprador. Y ante esta realidad, Duino se verá obligado a seguir para adelante para volver a Segunda dentro del año.
La crónica del partido de Almería pide pocas líneas. El equipo de Rubi sometió al Cartagena. Ya en la primera parte tiró hasta quince veces. Una de ellas fue para adentro, con Leo Baptistao como protagonista. Los albinegros dimitieron de sus obligaciones ofensivas.
Luis Suárez acabó de matar al Cartagena. Pedro Alcalá no lo encimó y el delantero colombiano fusiló a Pablo Campos. No hubo mucha más historia. El Almería, sabiéndose ganador del partido, decidió reservar energías para los siguientes. Le bastaron los servicios mínimos para llevarse los tres puntos. Un gol de penalti de Álex Millán en el minuto 84 dio un espejismo de emoción al partido, con remate al larguero de Dani Luna al larguero incluido. Pero ni por esas. El Cartagena fue la bicoca de siempre. Un equipo contrahecho, lleno de defectos. Los que lo han expulsado del paraíso.
