El equipo grana empata (0-0) y sigue en zona peligrosa, a un punto del descenso. Casi 14.000 personas asistieron al estadio Enrique Roca-Nueva Condomina.
GREGORIO LEÓN
El Murcia ha involucionado y no termina de sacar los pies del barro. La reacción que trajo la llegada al banquillo de Adrián Colunga no ha quedado totalmente confirmada. Apenas tres remates inocentes a puerta en los más de noventa minutos de una mañana que quedó en promesas incumplidas. El Teruel pudo llevarse todo el botín de Nueva Condomina, donde se reunieron casi 14.000 personas.
Fue plomiza la primera parte. El Murcia, lento en la circulación de la pelota, sin usar las bandas, desasistido Flakus, inhibidos casi todos, invitó al Teruel a hacer daño. Y el equipo aragonés, bien articulado, con entidad, fue creciendo minuto a minuto. Y ayudó Antonio David. El exjugador del filial del Madrid, una de las grandes apuestas de Goiria, recibió todos los galones. Pero sus conducciones fueron erráticas, son fallos en zonas de máximo riesgo. Bordeando la media de hora brotaron los pitos de los aficionados. Adrián Colunga se dio cuenta de que con ese fútbol lentorro no iba a ningún sitio. Les pidió a sus futbolistas que aplicaran velocidad a sus acciones. Y Pedro Benito lanzó a Flakus, que después de una larga carrera cruzó la pelota. El gol no llegó por unos pocos centímetros.
Tras el descanso el Murcia tuvo la pelota. Pero fue un manoseo inane. Un toqueteo sin consecuencias. Rubén Gálvez vivía una mañana muy plácida. Y por contra, Gazzaniga hubo de agigantarse ante un remate a quemarropa de Padilla. Los cambios de Colunga no sacaron al Murcia de la niebla.
