El tenista murciano gana a Sinner (6-2, 3-6, 6-1 y 6-4) en la final del US Open. Sexto Grand Slam para Alcaraz.
GREGORIO LEÓN. Nueva York
El libro dorado de la historia del tenis se escribe con batallas memorables, que construyen héroes a la manera clásica, desde Grecia para acá. Sean mitológicos o de carne y hueso, aunque a veces se han indistinguibles. Carlos Alcaraz es uno de ellos. Nunca le ha tenido miedo a lo imposible. De la cita de hoy con Sinner en la superficie sagrada de la Asthur Ashe Stadium saldría el nuevo rey del planeta tenis. Y ese rey tiene acento murciano. Gana Alcaraz. Gana un español. Y también la fantasía, esa que nos hace ser siempre niños. Carlitos vuelve a serlo siempre que agarra una raqueta, y siente de nuevo el placer original de cuando su padre le puso en las manos la primera, cuando tenía solo tres años.
Donald Trump también jugó el partido. Los controles de seguridad se multiplicaron, provocando atascos extraordinarios para acceder al recinto. El presidente ya había escuchado el primer abucheo, nada más aparecer su figura en el palco privado que ocupó. Había aterrizado en el aeropuerto de La Guardia, el más cercano al torneo. Abucheos que se recrudecieron cuando una imagen suya se proyectó en las pantallas electrónicas durante el ritual del himno nacional. Y por fin, con casi una hora de retraso, empieza el espectáculo.
Alcaraz aprieta desde el primer juego, venenoso al resto para hacer ya un break. Lanza a Sinner un mensaje inequívoco. La ruptura queda confirmada. El público baila al ritmo de "Into the groove", el hit ochentero de Madonna, la música que escuchaban los padres de Carlos cuando eran jóvenes. El ritmo no baja. El murciano busca ángulos esquidos. Firma un ace. Y una bola del italiano tras un revés defensivo se queda en la red. Segunda ruptura del murciano. Su nivel es muy elevado. Once winners y un porcentaje de primeros del 63 por 100. Un martillo. 6-2 en 37 minutos.
Sinner se ha dado cuenta de que debe cambiar de ruta. Y la premisa es elevar el nivel de primeros. Empiezan a entrarle y la historia cambia. Y hace un break para ponerse 3-1. El italiano ha llegado al partido. Y no concede nada para atrapar la segunda manga. El partido vuelve a la casilla de salida.
El jugador de El Palmar es consciente de que la pelea va a ser durísima. Y larga. Por eso se vuelve a activar, con una ruptura para mandar en el tercer capítulo. Ahora el gigante parece él. Un segundo break le pone en bandeja de plata el set. Solo dos errores no forzados, como en el capítulo inicial. El volante lo lleva el murciano, ya hasta el final El mundo es suyo.