El presidente del Real Murcia está encantado con el trabajo del entrenador asturiano, del que destaca su psicología, dedicación y humildad.
GREGORIO LEÓN
Felipe Moreno ha pasado un mes de pesadillas y desvelos, durmiendo regular. Llegó a ver a su Real Murcia colista, en la octava jornada, en una situación por completo insólita. El presidente grana no entendía nada, preso de un sentimiento de estafa, de que todas aquellas promesas y expectativas que le habían dibujado en agosto se habían visto quebradas, con el riesgo de tirar una temporada. Otra temporada. Pero un hombre ha cambiado el destino del equipo: Adrián Colunga. Y el cordobés está encantado con él. Ya apreciaba sus cualidades cuando estaba en el banquillo del Imperial, al que llevó al liderato de la categoría. Lo del Murcia grande, lo del equipo-padre, es otra historia. Con casi 20.000 abonados detrás, observado y analizado de manera minuciosa, el desafío era mayúsculo. Pero los números son expresivos: trece sobre quince puntos posibles y puesto de 'play off'.
El presidente del Real Murcia no ahorra ni un solo adjetivo cuando se refiere a Colunga: gran entrenador, gran psicólogo, gran persona, gran trabajador... Así, en esos términos, se refiere Felipe Moreno al asturiano. Y sobre todo, incide en dos aspectos: su capacidad para ganarse al jugador, haciéndolo mejor, explotando todas sus virtudes, y su humildad. El dirigente grana no quiere establecer comparaciones con la etapa anterior de Joseba Etxeberria, pero es una obviedad que Colunga ha acortado la distancia que había entre entrenador y plantilla, y los resultados son visibles.
Felipe Moreno habló con Colunga una hora entera, antes del partido de este fin de semana disputado contra el Alcorcón, y detectó que tiene las ideas muy claras. Y sus conocimientos futbolísticos nacen de una implicación absoluta en el día a día del club. Tras el partido de Antequera, a la mañana siguiente ya estaba viendo las evoluciones del filial, en su partido de la Tercera División. Esa inclinación a echarle horas y horas, sin mirar el reloj, ha calado en las oficinas de la entidad grana.
En el Real Murcia se maneja esa secuencia de marcadores positivos con cautela. La palabra "campeón de grupo" casi está prohibida. Se ha instaurado el partido a partido, sin cuentos de la lechera ni castillos en el aire. No hay paraísos prometidos, sino duras pruebas, semana a semana. La siguiente, en el Cartagonova, ante un Cartagena que lleva toda la temporada residenciado en la zona alta de la clasificación, prueba irrebatible de su fiabilidad. Pero da la impresión de que, por fin, Felipe Moreno ha dado con su entrenador. Después de heredar a Mario Simón, equivocarse con Gustavo Munúa que ahora le pide un millón de euros al club, no acertar con Pablo Alfaro, estar cerca del ascenso con Fran Fernández y pegársela con Joseba Etxeberria, el presidente grana celebra haber hecho match con Adrián Colunga.
