El tenista italiano se impone al murciano por 6-4, 4-6, 4-6 y 4-6. Es la primera final de un Grand Slam que pierde.
GREGORIO LEÓN
Carlos Alcaraz también tiene derecho a perder. Cinco veces seguidas había ganado el murciano a Jannik Sinner. La última retumbó hasta en el último confín. Llevando la contraria a toda lógica, el tenista murciano le dio la vuelta a un partido que tenía perdido, en Roland Garros. Desde ese momento su principal antagonista, después de la digestión de una derrota insólita, se ha afanado en buscar las herramientas para vengarse. Aunque en París se le vieron resquebrajaduras, no es Sinner un tenista frágil emocionalmente. Lo demostró cuando volvió, en medio de una polémica extraordinaria, tras cumplir tres meses de sanción pactada por su positivo. Regresó a las pistas como si hubiera jugado la final de un Grand Slam la semana anterior. Y este domingo exhibió su extraordinaria capacidad competitiva para hacer perder a Carlitos su primera final de un major.
Alcaraz se vio obligado a remontar de nuevo, ya en el primer set. Después de una ruptura Sinner se puso 3-2 por delante, confirmado con su servicio. Las cosas se ponían de color hormiga. Pero una vez más apareció la versión suprema del murciano, para ganar el capítulo 6-4, después de cuatro juegos consecutivos.
El tenista de El Palmar perdió la iniciativa muy pronto en el segundo capítulo. El break con el que se encontró le pilló a contrapié. Pero tenía mucho margen para reaccionar. No lo pudo hacer, a pesar de comprometer al italiano. Pero el nivel de Sinner fue estratosférico, cerrando la manga con un golpe cruzado espectacular.
Los problemas con el saque se multiplicaron en el siguiente set, con porcentajes por debajo del cincuenta por ciento. Y el italiano, cada vez más expansivo, más crecido, fue metiéndole en mayor problemas. Alcaraz, con gestos de incomprensión, debatiendo con su box, no encontraba la salida. Y la manga era para Sinner.
El jugador de San Cándido no aflojó, impoluto con su servicio, y otra vez con agresividad al resto, metiéndose mucho en pista. Así, de esa forma, tras un paralelo, se puso con 2-1 y servicio a su favor. Alcaraz jugaba sin red. En ningún momento entró en ese estado de efervescencia que propicia puntos mágicos. Y el tenista italiano cerró con su saque un gran trabajo que le ha llevado a ganar Wimbledon.