Hasta que Alejandro Arribas no conozca la deuda real de la entidad no va a quedar completado el proceso de compra-venta del Cartagena.
GREGORIO LEÓN
El tiempo corre veloz para el Cartagena. El club está obligado a registrar la auditoría de sus cuentas antes de que termine el año, este próximo miércoles. A principios de esta semana el auditor Francisco Vigueras remitió el borrador de auditoría a la entidad. El siguiente paso era la firma por el Consejo de Administración, controlado absolutamente por Francisco Belmonte, y la preceptiva presentación en el registro correspondiente. El auditor informó al Cartagena de la necesidad de que las cuentas quedaran registradas cuanto antes. El club guarda silencio.
Esta de la presentación de las cuentas en tiempo y forma no es un cuestión adjetiva en este momento de transición que vive el Cartagena. De hecho, Alejandro Arribas no va a ir a la notaría para completar el proceso y elevar a público el contrato privado firmado con Duino Inversiones hasta tanto no tenga la fotografía real de la deuda del club. Después del acuerdo firmado con la sociedad aún propietaria del Cartagena, se encontró con deudas que ocultó Belmonte: 500.000 euros debidos a la Agencia Tributaria y 300.000 a la Seguridad Social. De hecho, la entidad hubo de movilizarse activamente para evitar que la taquilla del derbi ante el Murcia no fuera embargada por la Tesorería. El clima de desconfianza es absoluto entre Belmonte y el equipo de Arribas, a tal punto que el madrileño no compareció en la notaría en la fecha fijada. Y no lo hizo por temor a encontrarse con nuevas deudas escondidas. La idea de Arribas es abonar a Duino los 2,7 millones de euros pactados restándole la deuda inesperada que pudiera revelar la auditoría de cuentas.
