Uno de los pecados originales de la tragedia es la escasa importancia que la Generalitat dio a las advertencias meteorológicas que ya reflejaban desde primer hora un aviso rojo de la AEMET
La historia del 29-0 comenzó a gestarse los días previos, cuando ya el dia 25, la Agencia Estatal de Meteorología, anunció de la llegada de un frente de un temporal que podría descargar lluvias torrenciales como acabó ocurriendo. Hoy puede decirse que uno de los pecados originales de la tragedia es la escasa importancia que la Generalitat dio a las advertencias meteorológicas.
El mismo 29 a las siete y media de la mañana AEMET elevó el aviso a nivel rojo en el interior norte de Valencia, recomendando evitar cualquier desplazamiento. El agua de las tormentas de la madrugada comenzó a acumularse en la Plana de Utiel Requena, con lluvias de más de 300 litros por metro cuadrado.
A lo largo de la mañana, los mensajes de alerta se sucedieron sin pausa recomendando a la población no desplazarse salvo que fuera estrictamente necesario. Calles de Catadau, Carlet o Alfarp comenzaron a inundarse mientras las imágenes circulaban en redes sociales, reflejando la fuerza creciente de la riada.
A las tres ya estaba de camino a Utiel con el río Magro desbordado, la Unidad Militar de Emergencias. En Chiva el barranco reventó y la A-3 sufrió cortes que duraron días. Pero lo peor estaba por llegar, a partir de las siete y media de la tarde a la comarca de L`horta Sud : Aldaya, Paiporta, Benetusser, Massanassa... hasta setenta municipios afectados. Mucho antes de que sonaran los móviles, una joven relataba en las redes sociales su situación. "Ahora mismo estoy metida en esta planta que es la que me ha permitido cogerme a algo, pero no hay nada, no hay nada a mi alrededor, estoy como si estuviera en medio del mar".
Algunos vecinos perecieron en sus casas, en planta baja, otros en residencias, también en sus puestos de trabajo. Algunos cuerpos fueron recuperados, los menos, esa misma noche. A día de hoy sigue habiendo dos personas desaparecidas. La fuerza del agua y del viento se lo llevaba todo.
Un año después, merece la pena rescatar una frase del pensador y novelista André Malraux: Los desastres naturales son inevitables. Los desastres políticos no. Quizá por eso, añadimos nosotros, el asunto está en manos de una jueza de Catarroja. Pero esa es otra historia.