El proyecto Algarikon, que pretende producir setas con las algas, ha logrado obtener metano de la biomasa del pequeño mar
El Mar Menor produce energía. Es el descubrimiento que ha conseguido el proyecto Algarikon, que pretende producir setas con las algas y que, durante el proceso, ha logrado obtener metano de la biomasa de la laguna y sin necesidad de usar agua dulce.
El proyecto Algarikon nació con la idea de convertir las algas del Mar Menor que llegan a la orilla en sustrato para cultivo de hongos comestibles. En los últimos días se ha abierto una nueva línea de investigación, ya que han descubierto que con las algas más deterioradas o que han pasado mucho tiempo al fondo del contenedor tras la recolección se puede producir metano y, lo más importante, con agua salada.
El descubrimiento lo acaban de patentar. Y se suma a la vía de negocio abierta por Cristina Soler, bioquímica e investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid, que ya ha creado una startup con el objetivo de comercializar el producto original para la producción de setas. Tras el último ensayo, que fue a escala semiindustrial, ya saben que se aumenta el rendimiento y se obtienen más setas.
En este momento están haciendo cálculos para conocer cuál es la rentabilidad económica de llevar este material a La Rioja y La Manchuela, que son las zonas productoras de setas. Pero hay más. También han probado estos desechos como bioestimulantes de plantas. Por ejemplo, con lechugas, que han llegado a doblar su calibre.
Un proyecto que nace de una necesidad: la de cuidar el Mar Menor y aprovechar los desechos de una laguna que pueden empeorar la eutrofización de sus aguas.