Miles de personas se congregan en la plaza de San Pedro del Vaticano para presenciar el histórico momento
SUSANA AZPARREN / LUIS ALCÁZAR
Ha habido que esperar a este jueves por la tarde: en el cónclave del Vaticano se ha alcanzado la mayoría necesaria de votos para elegir un nuevo papa. La fumata blanca, generada por la quema de las papeletas junto con productos químicos específicos, ha anunciado al mundo que se ha elegido al sucesor de San Pedro.
Miles de personas se han congregado en la plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano para presenciar el histórico momento. Y en ella continúan, esperando conocer al elegido. Porque desde que humea la fumata blanca hasta que el nuevo pontífice sale al balcón suelen pasar unos 45 minutos de gran expectación.
Ahora, tras la fumata blanca, el cardenal decano se acerca al elegido y le pregunta si acepta su nombramiento y qué nombre adoptará como pontífice. Si el nuevo papa acepta, se viste con las vestimentas papales en la sala de las Lágrimas, llamada así por la emoción que muchos sienten al asumir esa responsabilidad. En esa estancia se queda a solas y siente con emoción el peso de la responsabilidad que acaba de caer sobre él. Ahí tiene a su disposición hábitos blancos de tres tallas diferentes, para que elija la más adecuada. Los cardenales le rinden homenaje y se entona un canto de alabanza en señal de respeto y obediencia.
Finalmente, el nuevo papa se presenta ante el mundo desde el balcón central de la Basílica de San Pedro. El cardenal protodiácono, el cardenal francés Dominique Mamberti, anunciará en latín la fórmula Habemus Papam, revelando el nombre del nuevo pontífice y el nombre que ha elegido. Al hacerlo en latín, a veces no se comprende bien a la primera lo que dice. En ese momento aparecerá el sucesor de Francisco y se dirigirá por primera vez a los fieles. El nuevo papa pronunciará sus primeras palabras y ofrecerá la bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo), marcando el inicio oficial de su pontificado.
