El desplome pone en jaque al Campo de Cartagena: vender ya no cubre costes de producción
La recta final de la campaña de patata del Campo de Cartagena atraviesa una situación crítica, según ha expresado Santiago Pérez, agricultor. Los precios bajos y la entrada de producción del norte del país son algunos de los factores que marcan el inicio del fin de la patata cartagenera.
Para los agricultores, el precio actual de venta, que oscila entre los 10 y 15 céntimos por kilo, es insuficiente para cubrir los costes; el precio mínimo para ello sería entre 30 y 36 céntimos el kilo. El sur de España también se ha visto afectado, el principal competidor de la Región, Sevilla, tampoco ha llegado a esta campaña. La gran producción del norte de España y de países europeos como Francia han dejado un mercado contra el que no se puede competir.
Es un cultivo encarecido: en los últimos cuatro años han pasado de que una hectárea pudiera costar 8.000 euros a que ahora cueste en torno a 12.000. Esto deja una gran incertidumbre para los agricultores, que se plantean reducir las extensiones o buscar otros cultivos. Seguir con la patata sería un suicidio, puntualiza Santiago Pérez.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) han demostrado que la aplicación de bioestimulantes con microorganismos en cultivos de patata permite reducir el uso de fertilizantes minerales sin afectar al rendimiento. Los ensayos, realizados en la finca experimental de la institución y publicados en la revista Chemical and Biological Technologies in Agriculture, muestran además que esta técnica disminuye la incidencia de enfermedades, mejora la salud del suelo y reduce la lixiviación de nutrientes hacia los acuíferos, un aspecto clave en el Campo de Cartagena por su conexión con el Mar Menor.
Los investigadores destacan que el tratamiento con bioestimulantes logra mantener la producción, aumentar el valor comercial de la cosecha y reducir hasta un 40 % las emisiones de CO₂, al tiempo que mejora la biodiversidad microbiana y suprime patógenos. La investigación, enmarcada en el proyecto europeo Soildiver Agro y desarrollada junto a Asaja y la empresa Fyneco, plantea una alternativa sostenible y viable para el sector, especialmente en zonas semiáridas, donde se busca además impulsar un sello de calidad para la patata temprana del Campo de Cartagena.