El catedrático de Derecho Internacional Privado de la Universidad de Murcia, Javier Carrascosa, dice que "la recuperación está siendo más rápida de lo esperado, especialmente en China, con mucha capacidad de compra"
PACO MARTÍNEZ. Murcia
Los problemas que experimenta el comercio internacional, en el suministro de algunos servicios y productos, con los conocidos "cuellos de botella" del mercado, que se traducen en la escasez de contenedores para el transporte marítimo o en la falta de microchips para la fabricación de automóviles, se deben a distintos factores. Unas dificultades que se suman a la subida del precio del petróleo y el gas, que también están arrastrando al alza el coste de la electricidad.
"La situación tiene mucho que ver con lo que ocurrió durante lo más duro de la pandemia. En esos meses, gran parte de la actividad económica se ralentizó y la producción se redujo al mínimo, porque la demanda cayó en picado", según el catedrático de Derecho Internacional Privado de la Universidad de Murcia, Javier Carrascosa, pero la recuperación está siendo mucho más rápida de lo esperado, especialmente en China, un país con una capacidad de compra inmensa. Así que estamos, decía Carrascosa, "ante la tormenta perfecta":
"El confinamiento es el culpable de que ahora no haya microchips para fabricar coches. Durante lo peor de la pandemia, como no podíamos viajar, lo que el mercado pedía era más tablets, más ordenadores y más televisores, y las fábricas de Taiwan y Corea del Sur que fabrican el 85% de los microchips de todo el mundo, cambiaron sus líneas de producción para atender esa demanda" explica Javier Carrascosa.
En el caso del petróleo, se suman varios factores. Rusia y Noruega, los principales productores de gas, vienen de inviernos muy fríos en los que tuvieron que tirar de sus reservas estratégicas. Rusia tiene problemas de producción en dos de sus principales plantas. Así que están limitando la cantidad de gas que ponen en el mercado porque la necesitan para asegurar su consumo interno. "En el caso de Estados Unidos, lo que los productores temen es que la pandemia se reactive, que vuelva a caer la demanda de petróleo y se repitan los problemas de exceso de existencias que hace unos meses llevó a algunas petroleras a pagar por distribuir un producto que no tenían capacidad para almacenar", cuenta Carrascosa.