Patricia Jiménez nos acerca a dos amas de casa que soñaron con otra vida en los tiempos de la licencia marital
Con motivo del Día Internacional de las Mujeres nos acercamos a las vivencias de dos yeclanas que crecieron en tiempos en los que sus roles en la sociedad estaban marcados principalmente por la casa y la familia. Mujeres que dejaron a un lado sus aspiraciones para tener una ocupación sin remuneración ni reconocimiento.
Hasta 1975, las mujeres necesitaban una "licencia marital" para realizar numerosos trámites administrativos. En ese contexto, María, ahora con 75 años, y Concha, 88, fueron, y son, amas de casa. De haber podido elegir, curiosamente ambas hubiesen optado por la misma profesión: "Enfermería, pero es que no he tenido posibilidades", nos dice María. "La primera inyección que le puse a mi madre, yo tenía cinco o seis años. Y después se le hacían úlceras en las piernas y se las curaba yo. Me hubiera gustado ser enfermera o matrona", nos cuenta Concha.
Una profesión también marcada por el cuidado a los demás, pero remunerada. "El trabajo de la mujer no se ve. Porque te acuestas todo hecho. Pero te levantas y está todo por hacer", argumenta Concha.
María, al cuidado de sus cinco hijos, y Concha, de cuatro. El trabajo en casa no terminaba... Ahora, María cree que la mujer lo tiene más fácil, pero opina que los hombres deberían colaborar más.
Y aunque, de haber tenido oportunidad, tanto a María como a Concha, les hubiese gustado tener una profesión, no hubiesen renunciado al matrimonio.