La fin del mundo
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Todo esto se terminará un viernes como hoy. Al menos eso se asegura en "El mundo acabará en viernes" , la última novela que Manuel Moyano ha publicado. Un relato "nihilista / socarrón" del que hablamos en La Hora de la Cigarra sin destripar ninguna de sus sorpresas.
Luego nos hemos ido de exposiciones. Así, en plural. Primero a Verónicas, donde Xavier Mascaró nos propone su particular versión de los guerreros de Xi'an: guerreros, bufones e individuos escondidos tras la máscara del lobo, marchando hacia el gran tótem, el enorme bisonte metálico que preside la instalación desde el crucero del antiguo templo. Mascaró defiende el sentido "mágico, de invocación y protección" del arte.
Mientras, en la Sala de Máquinas del Centro Párraga, la artista peruana Andrea Canepa, comisariada por Marta Ramos-Yzquierdo, ha colocado una pieza concebida originalmente para la plaza al aire libre del Centro Conde-Duque de Madrid. Una construcción "habitable" que juega con las texturas, los niveles y los colores para hacer convivir los mecanismos mnemotécnicos de dos culturas: el "palacio de la memoria" de la Antigua Grecia, con los quipus, las cuerdas anudadas que ayudaban a los incas a registrar y ordenar la información.
Terminamos hablando de John Ford, aunque lo que pretendía ser un pequeño homenaje a su figura se nos ha quedado casi en un monográfico sobre "Centauros del desierto". Excelente; eso nos da la excusa perfecta para pedirle a José Antonio Molina que le dedique al menos un bis a la obra cinematográfica de Ford. Y él, tan feliz.