Barroco
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En el siglo XVIII, que en Murcia identificamos plenamente con el barroco, la población de la ciudad se duplicó al amparo del desarrollo económico, la producción de seda y las buenas cosechas: de tener 12.000 habitantes en 1712, pasó a tener 22.500 en 1778, con un total de 70.000 habitantes en el municipio. El recinto del mercado se amplió y hubo que buscar nuevo acomodo a la feria de ganado. La muralla medieval fue derribándose, se amplió la ciudad hacia la margen derecha del río, se reforzó y dignificó el Malecón, se construyó el canal del Reguerón, se renovaron las parroquias siguiendo el estilo barroco, y del mismo modo, se construyeron la nueva fachada de la Catedral y el campanario. También llegó un nuevo Palacio Episcopal.
Estos tres elementos, torre, imafronte y Palacio Episcopal, son elementos clave para la apertura de un nuevo espacio, la actual Plaza Cardenal Belluga. Una reforma urbana propia del barroco, de una plaza con forma trapezoidal y laterales abiertos para proporcionar una mejor visión de la fachada catedralicia y de su torre, que aunque no está en la plaza, visualmente funciona como un elemento más del imafronte.