Pedro Gallego, primer obispo de la Diócesis de Cartagena
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En 1250, el papa Inocencio IV mostró su alegría por la conquista del Reino de Murcia y nombró a fray Pedro Gallego como prelado de la diócesis de Cartagena. Pedro Gallego, nacido en 1200 en Galicia con el nombre de Pedro González Pérez, pertenecía a una familia hidalga y quizá pudo ver a San Francisco de Asís en su peregrinación a Compostela en 1214, sintiendo la llamada de la fe y de la orden franciscana, a la que entró en 1219 en Toledo.
Cuando el infante Alfonso llegó a Murcia, Gallego formaba parte del séquito como confesor del futuro rey, y según el investigador Dimas Ortega López, trazó estrechas relaciones culturales y amistosas con el infante y con al-Ricotí. Castilla le concedió a la restablecida diócesis de Cartagena un total de 10 mil maravedíes de oro en rentas, de las que 5000 eran obtenidas de la
ciudad de Murcia. Buen organizador eclesiástico, fray Pedro Gallego logró numerosas concesiones reales para organizar su diócesis.