El accidente que el 3 de junio de 2003 costó la vida a 19 personas y heridas a 50, supuso dos años de condena para el factor. El vicepresidente del gobierno murciano lamentaba un trazado ferroviario "del siglo XIX"
La estación de Chinchilla hoy día está casi inactiva. La ministra de Transportes en funciones prometió en la pasada campaña electoral la electrificación de la línea Cartagena-Chinchilla, pero sin plazos de ejecución.
Las obras del corredor mediterráneo y el soterramiento del AVE en Murcia han tenido prioridad en el tiempo. Ahora solamente pasan por Chinchilla dos mercancías y el tren de Madrid-Lorca-Águilas, que en Archena trasborda sus pasajeros a un autobús.
Jose Antonio Maciá, portavoz de la Plataforma Ciudadana por el Tren para Hellín y comarcas tiene claro que la situación ha ido a peor, y que después del accidente de 2003 hubo promesas y más promesas, todas sin cumplir.
Para los vecinos de Hellín, como para el movimiento vecinal y ecológico de Murcia, la vertebración real por tren pasa por el camino más corto desde Cartagena a Madrid, el de hace veinte años, por más que actualmente funcione un AVE que se ve obligado a recorrer más kilómetros.
La manifestación ciudadana que a finales de noviembre llevó las protestas de estos colectivos a Madrid, ante el ministerio de Transportes, obtuvo los compromisos suficientes como para dar a los gobiernos un voto de confianza. Sin embargo, después de las recientes elecciones Jose Antonio Maciá no se muestra tan confiado, y advierte de que las movilizaciones pueden volver si es necesario.
La estación de Chinchilla de Montearagón, población de la vecina provincia de Albacete, fue el lugar donde hace veinte años colisionaron frontalmente dos trenes, un mercancías procedente de Murcia y un talgo que cubría el trayecto Madrid-Cartagena. El choque ocurrió de frente, de modo brutal. Fallecieron 19 personas y otras 50 resultaron heridas de diversa consideración.
Antonio Gómez Fayrén, entonces vicepresidente del gobierno regional, dejó una frase para la tragedia ferroviaria y el estado de la comunicación por tren: hablaba de una vía "impropia del siglo XXI".
Fue muy duro. El padre del maquinista del Talgo tres años después asistió a la reconstrucción de lo sucedido. En su dolor, afirmaba no perdonar a quienes habían querido culpar a su hijo fallecido. Una vez finalizada investigación y juicio tres años después del accidente, el titular del juzgado de lo penal número 1 de Albacete, Jaime de Lamo, condenó a dos años de prisión al factor de la estación de ferrocarril de Chinchilla. En su relato, el juez entendió que cuando el factor, como jefe de estación, alertó al puesto de mando de Valencia para detener los trenes, ya había ocurrido el accidente
El factor pidió perdón públicamente.
Las escasez de medios técnicos suficientes y la falta de interés en renovar la dotación ferroviaria era comentada entonces, en 2006, por uno de los supervivientes, el murciano Juan Guillamón, que reprochaba a los políticos su mala gestión.
