El Cronista de La Unión Gonzalo Wandosell señala como principal causa de los daños producidos por grafiteros en el BIC al "desconocimiento" de la importancia que tienen todos estos elementos protegidos
Tras la detención por parte de la Guardia Civil de ocho personas en el marco de la operación Cartatag, acusadas de realizar grafitis en distintos Bienes de Interés Cultural (BIC) de la Sierra Minera de Cartagena-La Unión y ser identificados por sus firmas. Ahora se les imputa de un presunto delito de daños en patrimonio histórico, según los artículos 323 y 324 del Código Penal, al haber afectado a instalaciones minero-metalúrgicas y antiguas maquinarias protegidas como parte de este valioso legado industrial.
La Sierra Minera fue declarada "sitio histórico" en 2015 y constituye uno de los paisajes patrimoniales más singulares de la Región de Murcia. Sus castilletes, chimeneas, hornos, lavaderos, vagones y túneles conservan la memoria de una actividad minera que se remonta a la época romana. Desde las minas de Carthago Nova se exportaban al Imperio Romano metales como plata, plomo, hierro o cinc, aprovechando la cercanía del puerto de Portmán. Con el paso de los siglos, esta riqueza minera moldeó la identidad de la zona hasta propiciar que los núcleos del Garbanzal, Herrerías y Portmán se separaran de Cartagena y se constituyeran de forma conjunta posteriormente en lo que hoy es la La Unión.
La extensa historia del lugar que imposible entender sin el fenómeno de la minería hace que la protección de estos vestigios sea fundamental. Así lo recuerda el Cronista Oficial de La Unión, Gonzalo Wandosell, quien subraya que el daño al patrimonio no puede proceder de ningún lado, y menos de otra manifestación cultural urbana como los grafitis. Un movimiento artístico con valor propio, señala, siempre que se desarrolle en espacios habilitados y no en enclaves protegidos.
Más allá de su dimensión histórica, la Sierra Minera posee también un importante valor turístico y educativo. De ahí que su conservación requiera de la implicación de toda la sociedad. La clave, según Wandosell, está en conocer y comprender que lo que a simple vista puede parecer un resto industrial abandonado —como una maquinaria que quedó detenida esperando una jornada de trabajo que nunca llegó— forma parte de un entorno único y protegido.