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La entrada al mirador

05:40
15 JUN 2020 - 00:00
Pongamos que hablo de Madrid

Buenas tardes, 

Empezamos la última semana de esta desescalada a la que ya nos estábamos acostumbrando. Como somos animalicos de costumbres, pues ya nos parece normal lo de que los viernes nos enteremos de si pasamos de fase, los domingos haya reunión de presidentes y salgan todos diciendo que “yo he pedido esto y lo otro” y no me lo dan o sí me lo dan, y el lunes empecemos a hacer las cosas nuevas que están permitidas mirando de reojo por si nos hemos equivocado y alguien nos pilla. Pero se acabó. El próximo lunes saltamos a un mundo nuevo, un mundo en el que no te van a poner multa por cruzar un mojón, pero tendremos que seguir llevando mascarilla y limpiándonos las manos compulsivamente.

Pasamos todos ya el próximo lunes, estemos en la fase que estemos y uno se siente un poco como cuando ha estudiado mucho y de pronto el profe decide que hay aprobado general. ¿Por qué pasa Madrid a la vez que Murcia? ¿por qué va a poder pasar un madrileño a su residencia de Campoamor a la vez que un murciano? El empollón que ha hecho todos los deberes, se revuelve.

En estos meses, hay que reconocer que todos hemos hablado mucho de Madrid. 

Quizá hasta le hemos cogido un poquito de manía a Madrid. 

Pero es que llevamos meses viviendo al ritmo de Madrid. 

Como si todos tuviéramos 6 millones y medio de habitantes y nos metiéramos en metros masificados y minipisos en sótanos. Cada vez que veo en la tele dando las noticias a Sandra Golpe, a Franganillo o a Ferreras, me imagino la cara que pone un señor de Cañada de la Cruz cuando le advierten que tenga cuidado con los transportes públicos (a él que no tiene ni autobuses), a una agricultora de La Hoya de Lorca a la que le dicen que no puede sacar a su caballo porque no es un animal de compañía o al jubilado de Cabo de Palos al que asustan con la masificación de las playas, cuando él está harto de leer el periódico sentado en una toalla solico en kilómetros de arena, como si la playa de Poniente fuera igual que la barceloneta.  En esas zonas rurales y poco pobladas han tenido que estar igual que encerrados que en Madrid, cuando en muchas no han visto al virus ni de lejos. Eso sí, la crisis económica la vamos a pasar igual. 

Por eso no le podemos coger manía a los madrileños, por eso y porque ellos no tienen la culpa de lo que ha pasado, faltaría más. Pero es que, además, los necesitamos. En este verano en el que la temporada de turismo internacional se da casi por perdida, solo puede salvarnos el turismo nacional y ellos son 6 millones y medio de posibles visitantes. 

6 millones y medio de seres humanos de la capital que han estado meses sin poder meterse en un atasco kilométrico para venir hasta aquí, con lo que les gusta a ellos contarte la de horas que les cuesta salir de su ciudad.  

En fin, habrá que recibirles con cariño y recordarles que no toda España es igual, que no todo es Madrid.

MARTA FERRERO

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