El calor descompensa las enfermedades crónicas y eleva el riesgo de ingreso hospitalario
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La razón no se encuentra únicamente en el calor ambiental, sino en la interacción entre las condiciones climáticas, la fisiología del paciente y los fármacos. En muchas ocasiones, estos medicamentos que sirven para el control de enfermedades como la diabetes, la insuficiencia cardíaca, la enfermedades pulmonar crónica o los trastornos metabólicos pueden favorecer la pérdida de agua corporal, alterar los niveles de glucosa en sangre o desencadenar efectos secundarios no deseados.
Uno de los factores más determinantes es la deshidratación, frecuente en pacientes con demencia, trastornos cognitivos o dificultades para la movilidades, que depende del entorno para mantenerse hidratados. En este caso, resulta esencial ofrecer agua de manera regular.