Esta silla no es un lujo, es una necesidad
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A día de hoy, para cualquier persona usuaria de silla de ruedas, la playa continúa siendo una frontera infranqueable. Este problema para César Calero fue el punto de partida de su proyecto, mientras trabaja como socorrista en una playa accesible fue testigo directo de esta barrera estructural que condiciona la autonomía de las personas con movilidad reducida.
El proyecto se enfrentaba a múltiples desafíos, de una idea a materializarlo, se necesitaba una estructura ligera, con ruedas de grande dimensiones resistente a la corrosión marina, que no flotaran en el agua y que fueran fáciles de manejar para el usuario.
Sin previo conocimiento de emprendimiento se lanzó al complejo mundo de las patentes, para demostrar la viabilidad de su idea hasta agotar todos sus recursos. Su historia es la de ideas brillantes nacidas desde la empatía y la observación directa del entorno pero que naufragan por falta de apoyo.