Fundación Jesús Abandonado: 'Miradas que abrazan' (Parte II)
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En esta segunda parte de nuestro especial sobre la vida contada y vivida desde la Fundación Jesús Abandonado, nos adentramos en más lugares como el taller, que es, en palabras de quienes lo habitan, el auténtico "corazón". Allí, el aire se espesa con el aroma dulce de la madera recién cortada y el sonido rítmico del trenzado. En estos espacios de Recuperación Personal, el tiempo se detiene: es un refugio donde los usuarios no piensan en lo que los trajo aquí, sino en lo que sus manos son capaces de crear.
Vemos a Marú, moldeando corazones de madera con una paciencia de siete meses, y a Fernando, quien entre plantillas de cestas confiesa sentirse realizado en un ambiente de profunda paz. Bajo la mirada de Inma, la capitana que equilibra la rectitud necesaria con el mimo más tierno, la artesanía deja de ser un oficio para convertirse en una terapia del alma. Cada cesta y cada adorno que llegará al mercadillo de Alfonso X el Sabio es, en realidad, un fragmento de dignidad recuperada.
El centro de acogida es un engranaje humano inmenso que alberga a cerca de cien residentes y ochenta transeúntes. En este lugar, el orden y los horarios no son cadenas, sino rutinas vitales que devuelven la estabilidad a quienes la perdieron. Entre sus paredes, la enfermería, la peluquería y los despachos de trabajo social funcionan como hilos que tejen una red de seguridad diaria.
Más allá, una vivienda de casi 700 metros cuadrados abre sus puertas a personas con problemas de salud mental. Es una casa que huele a chocolate con churros y donde el horizonte de la Sierra de Carrascoy se cuela por la terraza. Aquí, la autonomía es un territorio conquistado: cada residente tiene su nombre en una silla y su propio universo en una habitación, aprendiendo de nuevo a ser dueño de su tiempo y de sus silencios, pero siempre bajo el abrazo del acompañamiento profesional, junto a Óscar, Nerea y Ana.
En el centro de larga estancia, la labor de profesionales como Consuelo Sánchez se enfrenta a la "mochila" de desengaños que cargan los usuarios. Aquí, la realidad se choca a veces con la frialdad de la burocracia administrativa, que dilata durante meses o años la obtención de una plaza residencial o un documento legal. Sin embargo, frente a la soledad de la vejez o el abandono, Jesús Abandonado responde con hospitalidad pura. En estas fechas, la dignidad se manifiesta en gestos pequeños pero poderosos: un taller de maquillaje para que las mujeres se sientan bellas, o una salida nocturna para ver las luces de Murcia y compartir un chocolate caliente.