El jugador brasileño deja ElPozo para militar las próximas temporadas en el Sporting de Portugal.
GREGORIO LEÓN
De Taynan da Silva, como le pasaba a Juanito, cuidan dos ángeles. Uno bueno y otro malo. El bueno le hace ejecutar jugadas solo al alcance de los genios, fintas inverosímiles, disparos cargados de dinamita. El malo, buscar pendencia. El año pasado, en el Olivo Arena, herido por la injusticia de la que fue víctima ElPozo en la final de la Copa de España, se encaró con Urdánoz Apezteguia. Y aunque las imágenes nunca demostraron indubitadamente que su cabeza golpeó la del colegiado, le cayeron quince partidos de sanción. Ese fue el principio del fin. Había llegado a su pico de rendimiento más alto. Y sin embargo, salió de Jaén hundido en el abismo.
Durante la temporada recién terminada, intentó volver a ofrecer su fútbol sala diferencial. Pero su inadaptación a la ciudad, su carácter introvertido y el rendimiento declinante del equipo, hizo que Taynan fuera a menos, con fogonazos cada vez más esporádicos.
El Sporting de Portugal lleva ya varias semanas negociando con ElPozo su fichaje. Con un año de contrato y una cláusula cercana al millón de euros, no parecía una operación sencilla. Pero las conversaciones han desembocado en un acuerdo verbal que deberá quedar plasmado por escrito. El club lisboeta abonará una cantidad económica (lejana a los 250.000 euros con los que se especuló, como mera fantasía sin pie alguno en la realidad), recupera a la pieza que le llevó a ganar la Champions, y ElPozo reduce masa salarial.
Se va del Palacio de los Deportes el jugador más talentoso que ha fichado la entidad murciana los últimos años. Y sin embargo, en la memoria de los aficionados quedan solo unos pocos destellos luminosos de un jugador único. Para lo bueno y para lo malo.