El tenista murciano derrota a Alexandre Muller (6-4, 7-6 y 6-3) y ya está en la tercera ronda y se medirá al chileno Nicolás Jarry este sábado (14:30 hora española). Lo emite Movistar+
GREGORIO LEÓN
Esta vez no hubo poesía en su juego. Pero a Carlos Alcaraz le alcanzó para meterse en la siguiente ronda de Wimbledon (donde este sábado, 14:30 hora española, le espera el chileno Nicolás Jarry, número 28 del mundo, que ganó en cuatro sets al australiano Kubler). Su partido no despertará grandes entusiasmos, pero nadie puede vivir en la excelencia todos los días. El murciano sigue al pie de la letra la hoja de ruta. Y sorteó un obstáculo no pequeño. El francés Alexandre Muller llegaba a la cita crecido, con un tenis expansivo capaz de cuestionar a los grandes del ránking. Y además, con el guion alterado para Carlitos por culpa de la lluvia, que le dejó sin jugar el jueves. Sin fulgor ni relumbres, y con eficacia, el tenista de El Palmar avanza implacable, ante la mirada atenta de Martina Navratilova, otra de las leyendas de este deporte atraída por la figura de Carlitos, ese imán que capta todas las atenciones. Solo Boris Becker fue cabeza de serie en Wimbledon a una edad más temprana. Uno más de los incontables datos que está regando el murciano con su precocidad insólita.
El primer set se fue a casi una hora. Acumulando errores no forzados, penalizado por el bajo porcentaje de primeros servicios usados y fallando golpes fáciles, Alcaraz se demoró en firmar el primer break, que llegó en el séptimo juego. A partir de ahí, todo se simplificó.
No encontró tampoco la música Carlitos en la segunda manga. Con escasos 'winners', y la oposición de acero de su rival, sin capacidad de hacer ni un quiebre, se vio abocado a un 'tie-break'. Y fue en la muerte súbita donde el murciano desplegó su mejor juego, no dándole opción a Muller y cerrando manga con un bote pronto que hizo brotar los aplausos de la pista central del All England Club.
Ya entonado, ante un Muller que empezaba a mostrar señales de flaqueza y rendición, Carlos Alcaraz quiso amarrar el partido sin mayores sobresaltos, intentando ahorrar energía para la siguiente cita, que será este sábado, con escaso margen de recuperación para un cuerpo explosivo como el suyo. Y confirmó la victoria con autoridad, con una bola a la línea. Un golpe maestro. Incluso en los días grises, Carlitos siempre regala su tenis de genio.