El tenista murciano conquista Wimbledon (6-1, 6-7, 1-6, 6-3 y 4-6) ante Djokovic en una final memorable, y se mantiene número 1 del mundo.
GREGORIO LEÓN
El niño de los prodigios ha vuelto a asombrar al mundo. Carlos Alcaraz llegó a ser número 1 antes que nadie. Y este domingo le ganó a lo imposible, coronándose en las pistas más antiguas del planeta, en el origen de todo, donde primero creció la hierba, en Wimbledon. Hay reyes que quieren serlo para siempre. Novak Djokovic pertenece a esa estirpe. Pero un chico de Murcia lo ha obligado a abdicar. Hace menos de un año se encumbró en Nueva York. Y ahora ha expulsado al serbio de su jardín. La hierba le pertenece.
El primer set fue una pesadilla para Carlos Alcaraz. Agarrotado, con la muñeca fría, intimidado por la figura legendaria del rival, falló golpes fáciles, y Djokovic vio la puerta completamente abierta para hacer hasta dos breaks consecutivos y poner proa para llevarse la manga. A pico y pala, con gran sufrimiento, Carlitos consiguió por fin un juego, con su servicio, evitando el humillante rosco. Nueve errores no forzados del murciano. Demasiados.
El partido necesitaba un cambio de guion inmediato. Carlos Alcaraz se apercibió de que tenía que recuperar sus esencias. Y con ellas, mejorando su respuesta al resto, se colocó por delante 2-0, break mediante. Pero enseguida replicó el serbio. Con igualdad total, el nudo solo podía desenredarse en el 'tie-break'. Y después de quince consecutivos ganados por Djokovic, el chaval de El Palmar, con un resto impecable, quebró esa secuencia y devolvió el partido a la casilla de salida.
Con el efecto liberador de su victoria en la muerte súbita, Carlos Alcaraz empezó a carburar, arrancando el tercer set con una ruptura de servicio. Pero no fue la única que firmó. La segunda requirió un juego infinito, que se fue a los 26 minutos de intercambio de golpes. Pero mereció la pena, porque le devolvió el 6-1 que había encajado en el primer capítulo. Solo dos tenistas antes le habían hecho un marcador así al serbio: Roger Federer y Rafa Nadal.
Djokovic quiso cortar la hemorragia. Y se fue al vestuario a hacer examen de conciencia y buscar soluciones. Y las encontró, ganando con autoridad el set (6-3).
El serbio intentó llevar a Alcaraz al rincón oscuro, ahí donde él se encuentra a gusto. Especialista en resurrecciones y desempates, cargado de experiencia, parecía tener la ventaja psicológica. Pero enfrente estaba un campeón de veinte años que, rebosante de energía y con una fe ilimitada en sus posibilidades, la misma que le ha hecho romper todas las leyes de la lógica tenística, se coronó. Una bola devuelta por Djokovic fue perdiendo altura y se encontró en su camino con la red. Carlos Alcaraz se tiró a la hierba, sin terminar de entender lo que acababa de ocurrirle. No tenía energía para racionalizarlo, solo para abandonarse a las sensaciones embriagadoras y únicas que lo recorrían por dentro, en medio del jolgorio de unas gradas enamoradas de un chico de veinte años. Inglaterra tiene nuevo rey. Con acento murciano.
The Spanish sensation has done it @carlosalcaraz triumphs over Novak Djokovic, 1-6, 7-6(6), 6-1, 3-6, 6-4 in an all-time classic#Wimbledon pic.twitter.com/sPGLXr2k99
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Look at that crowd, all for one man.@CarlosAlcaraz takes his trophy to the #Wimbledon balcony pic.twitter.com/aXnWQVeTGO
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