El tenista murciano accede a los cuartos de final tras derrotar al italiano Berrettini (3-6, 6-3, 6-3 y 6-3). Holger Rune será su rival este miércoles (16:30 horas aproximadamente) en la Pista Central. Lo emite Movistar+
GREGORIO LEÓN
Las remontadas no son solo cosa del Madrid bajo la banda sonora de la Champions. Carlos Alcaraz, madridista confeso, las imita cuando las cosas se ponen de color hormiga. Y el asunto pintaba feo ante Matteo Berrettini, un consumado especialista en hierba, armado de un primer servicio demoledor y las credenciales de haberle disputado al mismísimo Djokovic una final en la catedral de Wimbledon. El italiano, para fortalecer aún más sus opciones, se puso por delante al atrapar el primer set. Y entonces Carlitos abrió el libro donde se esconde la fórmula secreta de las remontadas. Y así, rebelde a las adversidades, empeñado en contravenir las leyes de la lógica, ha roto otro techo de cristal: llegar los cuartos de final del legendario Grand Slam londinense. El murciano es dueño de lo insólito. Hace apenas un año era un extranjero en hierba, allá en Hurlingham. Y en tan poco tiempo la ha hecho suya, gracias a una velocidad de aprendizaje. También en eso es extraordinario.
Nada podía haber el comienzo del set su desenlace. Carlos Alcaraz, restando de forma impecable, dispuso hasta de dos bolas de ruptura. Pero no las aprovechó. Tampoco una tercera, más adelante. Y Berrettini, pacientemente, esperó su oportunidad, que se le presentó en el octavo juego, confirmando la manga con su servicio, con el que tuvo más problemas de los previstos.
El curso del partido requería una rápida reacción de Carlitos. Y llegó. Esta vez no malgastó la opción de hacer un break. Y manejando con soltura la derecha que le ha hecho número 1 del mundo, equilibró el encuentro. Una dejada artística le sirvió para llevarse el set.
Ganando confianza y seguridad en los golpes, la joya de Murcia empezó a carburar plenamente en el siguiente capítulo. Ni siquiera le intimidaban los primeros servicios de Berrettini, a los que respondía haciendo de su raqueta un muro. Y se atrevió a hacer regalos a los aficionados que llenaban la central del All England Club, con dejadas, globos y derechones que arrancaron exclamaciones de las gradas.
El partido se interrumpió unos minutos para que quedara acoplado el techo de la Centre Court de Wimbledon y se activara la iluminación artificial. Ese stop no frenó a Alcaraz, que reanudó la cita con un juego en blanco. Y siguió por esa línea, dejando en silencio a Berrettini y celebrando con gestos inequívocos su felicidad por acceder a los cuartos de final de Wimbledon. Que siga la fiesta. Un murciano de veinte años también quiere ser el rey de la hierba.