Los blancos, que perdían ante el Liverpool por 2-0 a los 14 minutos, anotaron cinco goles consecutivos y se acercan a los cuartos de final de la Champions.
GREGORIO LEÓN
La noche pintaba a tragedia. A los 14 minutos, el Real Madrid ya caía por 2-0, y hasta Courtois había contribuido con un grave error, impropio de su fiabilidad, al espanto. Con Salah burlando a la defensa blanca, la amenaza de una goleada y una probable eliminación ya en la ida iba perfilándose, adquiriendo cuerpo. Pero entonces alzó la voz Vinicius, que primero se sacó un remate en el que conjugó dureza y colocación, y luego peleó con fe un balón que era para Alisson Becker, cuyo despeje fue al cuerpo del brasileño, y después, para adentro. El Madrid resucitaba de entre los muertos.
Militao, con un remate imponente, colocó al equipo de Ancelotti por delante. Solo se habían jugado tres minutos de la segunda mitad. Ese gol acabó de desarticular al Liverpool, y a partir de ahí el Madrid encontró un latifundio para ir a la aventura en transición, o para gobernar el partido con pases de seguridad. Y Benzema, que apenas se había expresado en ataque, firmó el cuarto y el quinto gol, redondeando una noche espectacular para el catorce veces campeón de la Champions. Nunca antes había anotado cinco goles, después de perder por 2-0. Fue el mejor homenaje a Amancio Amaro. Para el Madrid las remontadas ya no son solo cosa del Bernabéu.