El tenista murciano ganó a Taylor Fritz (6-2 y 7-5) el partido definitivo de este duelo entre Europa y el Resto del Mundo.
GREGORIO LEÓN
Se le había borrado la sonrisa. Estados Unidos, que tan feliz le había hecho, lo condujo al diván. Carlos Alcaraz no se entendía a sí mismo. Sin ser capaz de gobernar su mente, el talento que atesora le servía de poco. Pero el murciano, en un admirable ejercicio de recuperación, rebelde siempre a la derrota, se ha levantado. Primero, con España, en la Davis, ofreciendo una hoja de servicios impecable. Y ahora, en la Laver Cup. Parece un torneo de exhibición de poca sustancia. Pero no lo es. Para empezar, porque está impulsado por Roger Federer, con toda la carga mitológica del suizo. Y además, requiere unas altas prestaciones tenísticas y físicas. Valiéndose de ellas, la joya de Murcia ha dado la Laver Cup a Europa. A mediodía ya había cumplido con su parte del trato haciendo pareja con Casper Ruud. Y ya entrada la noche, en el duelo decisivo, reduciendo a un jugador en plena expansión como Taylor Fritz, subcampeón en el US Open.
Alcaraz con el martillo. Alcaraz con la pluma. Derechazos demoledores. Dejadas que le quitaban la vida a la pelota, que caía muerta en el campo del estadounidense. Con una exhibición plena, arrolló a su rival en el primet set, con dos breaks y una superioridad abrumadora. 6-2. Presentó más oposición Fritz en el segundo capítulo, e incluso se atrevió a hacer un quiebre para complicarle la vida a Carlitos. Pero el murciano regresó con su juego artístico, el que levanta al público de sus asientos. Y cerró el partido con su servicio (7-5). Björn Borg, lacónico en sus gestos, sonreía. Los compañeros de Alcaraz, los ojos brillantes de emoción, aplaudían. El equipo del Resto del Mundo, con John McEnroe a los mandos, se rendía a la evidencia. El hijo de El Palmar ha conseguido para Europa ocho de los trece puntos que le han dado la Laver Cup, dos años después. Berlín ha visto a un murciano que vuelve a asombrar al mundo.
Alcaraz reconoció sentirse "nervioso" tras el duelo previo a su choque ante Taylor Fritz, en el que el alemán Alexander Zverev derrotó al norteamericano, Frances Tiafoe, lo cual dejaba en su mano el triunfo para Europa, pero que recurrió para motivarse a un simple fórmula: "Tengo que ganar". El tenista murciano, en declaraciones posteriores al decisivo envite, apuntó trató de "ocultar los nervios" ante Fritz y se mostró "muy feliz" ya que su objetivo, y el del resto del Equipo Europeo, "era ganar la Copa Laver".
"Me encantan los torneos de equipos. Siempre viene bien tener cerca la energía de mis compañeros y poder apoyarme en ellos durante los partidos. Doy todo lo que tengo para el equipo, tanto si me necesitan en el individual como en el dobles", reseñó. El propio Alexander Zvervev, el más exuberante en la comparecencia, bromeó con que fue el propio Carlos el que eligió los partidos del domingo para jugar el murciano el duelo que valía el título, lo que desató sus risas.
Elogiado en rueda de prensa por su capitán Bjorn Borg, que destacó su capacidad de jugar bajo "presión", el español deseó que "el primer set", en el que vapuleó al californiano, "sea la línea a seguir hasta final de temporada".
"He jugado uno de los mejores partidos hasta el momento, con un nivel altísimo. Fritz venía jugando de una manera increíble, con una final en el Abierto de Estados Unidos. He intentado salir lo máximo relajado posible, dentro de los nervios por la importancia que tenía el partido. Quiero seguir esta dinámica de jugar agresivo para poder acabar el año de la mejor manera posible", afirmó.