El serbio gana al tenista murciano por 7-6 y 7-6 en la final de los Juegos Olímpicos de París
GREGORIO LEÓN
Un fuego interior le arde a Novak Djokovic. Y es el mismo para las primeras y para las últimas oportunidades. Le impulsó a ganar su primer Grand Slam, cuando ganó en Australia con apenas veintiún años de vida. Y le ha llevado a atrapar un sueño largamente postergado. Los Juegos Olímpicos le habían dibujado en la boca un gesto de contrariedad. con la única alegría del bronce de Pekín 2008. Poco brillo para un deportista elegido por los dioses para dominar el tenis. El de la Philippe Chatrier era su último tren. Y no podía dejarlo escapar. Era muy consciente de que tenía que poner en juego todos sus talentos, todas sus capacidades, toda su sapiencia. Enfrente tenía a un joven que hace nada le frustró en Wimbledon. Que no había cedido ni un solo set desde que se encendió el pebetero. Y la leyenda de Belgrado no se traicionó. Fue fiel al tenis que lo ha hecho el mejor, y a partir de ahora, también barnizado de oro olímpico. Un Golden Slam que se une a Steffi Graf, Andre Agassi, Serena Williams y Rafa Nadal. El serbio aplaza el oro de Carlos Alcaraz.
El primer set fue un thriller. Nole y Carlitos fueron sacando sus turnos de servicio adelante, con más dificultades el serbio. Hasta ocho oportunidades de ruptura tuvo el jugador de El Palmar, todas malgastada. La más clara, con un 0-40 después de un paralelo ejecutado con maestría y la opción de ponerse 2-1. Y la historia se fue repitiendo más adelante. Djokovic, muy agresivo, intentaba acortar los puntos para no desgastar su chasis ya baqueteado. Y lo hacía con subidas a la red, con alta productividad (70 por 100 de puntos ganados ahí). La manga se fue al 'tie-break', donde Djokovic, tirando de sus primeros servicios y haciéndose duro al resto, se lo llevó.
Para voltear la situación, era obligatorio que Carlos Alcaraz mejorara su respuesta al otro lado de la red y que el porcentaje de primeros de Djokovic bajara. No ocurrió ni una cosa ni otra. El serbio esta vez no le concedió opción alguna de ruptura al tenista de El Palmar, que intentaba mantenerse en pie con su incuestionable talento, llegando a bolas inverosímiles, resolviendo ecuaciones llenas de incógnitas, porque todo lo que planteaba el serbio era de difícil resolución, un enigma dentro de otro enigma. Y fue así como la cita desembocó, de nuevo, en el 'tie-break'. Nole, templado, sin permitir que se le alterara el pulso, dueño del juego y la escena, tomó la delantera con un 'mini-break'. No se le podía escapar. E hizo el uso de la primera de las cuatro bolas de partido que tenía en su mano para bañarse de oro y dejar las emociones sueltas. Las lágrimas invadieron su rostro. También las de Carlos Alcaraz, incapaz de entender que el oro, ese con el que llevaba soñando tantos meses, deberá esperar.
El oro olímpico se le sigue resistiendo al deporte murciano. La conseguida por Carlos Alcaraz es la cuarta plata que llega para la Región después de las del atleta Antonio Peñalver en Barcelona 1992, la baloncestista Laura Gil en Río de Janeiro 2016 y la del futbolista Rafa Mir en Tokio hace tres años.
Peñalver logró la plata en el decatlón de los Juegos que tuvieron lugar en Barcelona en 1992; Laura Gil, natural de la pedanía murciana de Santo Ángel, igualmente plata en Río hace ocho años; y Rafa Mir, nacido en Cartagena y criado en otra pedanía de Murcia, Javalí Nuevo, quien también fue subcampeón hace tres años en la capital de Japón.
A ese oro que tanto se resiste todavía optan la propia Laura Gil, quien está en los cuartos de final con la selección española de baloncesto; la futbolista yeclana Eva Navarro, quien forma parte de la selección que disputará las semifinales frente a Brasil; y Miguel Ángel López Nicolás, atleta que está citado para disputar el relevo mixto de marcha atlética.