Los albinegros ganan por 0-1, con gol de Ortuño, y se pone a seis puntos fuera de la zona de descenso.
GREGORIO LEÓN
Aquel Cartagena que estaba a ocho de la salvación hoy aparece a seis puntos del descenso. Virtualmente salvado. El fútbol es grandioso porque concede espacio a lo insólito. Reserva rincón a lo inopinado. Y el discurso vitalista de Julián Calero empapó a sus futbolistas para transformarlos. En el Ciudad de Valencia mostró su versión más competitiva para llevarse tres puntos vitales.
Apretó el Levante en los primeros minutos. Pero poco a poco fue haciendo una inteligente ocupación de espacios el Cartagena, que empezó a desperezarse. Y en una contra el balón le llegó a Alfredo Ortuño, que lanzó a la red. El árbitro anuló el gol. Y el VAR no corrigió su decisión. Por milímetros el delantero estaba adelantado.
El Cartagena se apercibió de que, si se le proponía, podía llevarse todo el botín del Ciudad de Valencia. Y Luis Muñoz tuvo la oportunidad, frustrada por Andrés Fernández. Los albinegros necesitaban más velocidad para conseguir su propósito. Y fue así, a toda mecha, como transitó para que Iván Calero, periscopio activado, detectara a Ortuño que, esta vez sí, conectara su cabeza y firmara el 0-1.
El Levante lo intentó en los últimos minutos, pero el Cartagena conservó la victoria. La salvación está en la mano.